
Los casos de Panamá y Venezuela se presentan hoy como el anverso y el reverso de la política exterior colombiana, la elocuencia y el silencio que guarda el presidente Gustavo Petro frente a estos dos vecinos. No bien el mandatario electo de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió que tomará acciones sobre el canal interoceánico para proteger los intereses de su país, el jefe de Estado colombiano salió a hablar de “soberanía”. Pero no ha dicho nada durante su gobierno, ni antes, en relación con la creciente y peligrosa influencia que ejercen hoy China, Rusia e Irán sobre el régimen de Venezuela.
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Lo que dijo Donald Trump este fin de semana es escandaloso, no hay duda, pues manifestó su inconformidad con las tarifas que Panamá impone a los barcos estadounidenses (“Estados Unidos es el usuario número uno del Canal, con más del 70 % de todos los tránsitos hacia o desde puertos estadounidenses”, dijo), lo cual calificó de “completa estafa”. Y después aseguró que eso “se detendrá inmediatamente”, aunque no dijo mediante qué tipo de medidas, y con eso alborotó el avispero regional.
De inmediato, el presidente Petro escribió en X: “Hasta las últimas consecuencias estaré al lado de Panamá y la defensa de su soberanía”, y hasta se arrogó el derecho de manifestarse como si fuera representante del gobierno panameño o como si la actitud de Trump afectara directamente los intereses de Colombia: “Si el nuevo gobierno de EEUU quiere hablar de negocios, hablaremos de negocios, de tú a tú, y en beneficio de nuestros pueblos, pero jamás, se negociará la dignidad”, agregó el presidente Petro, con esa actitud del tercero que interviene en una pelea entre estudiantes en el patio del colegio, sin haber sido invitado, y toma partido por uno de ellos advirtiendo que “lo que es con él es conmigo”.
Pero el propio presidente panameño, José Raúl Mulino, ya había salido en defensa de su país, como le corresponde, y les dijo a sus compatriotas de manera precisa que “cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá y lo seguirá siendo”, resaltó que la soberanía e independencia de su país “no son negociables”, y, pese a ser el directo afectado con lo dicho por Trump, manifestó que con el nuevo gobierno del republicano espera “conservar y mantener una buena y respetuosa relación”, abordando temas de seguridad como la migración ilegal, el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado. No hubo tono pendenciero.
Luego, mediante uno de sus recursos más frecuentes, el de la amenaza-advertencia, y en este caso involucrando a más actores, el presidente Petro aseguró que, si a Trump “le parece costoso pagar por pasar el Canal de Panamá en manos de los panameños, mucho más costoso será hundir a Panamá, Suramérica, centroamérica [sic] o México en la pobreza”, para después elevar su demanda a los niveles de la filosofía política con un concepto que no aplica igual en todos los casos: “Si no nos quieren en EEUU, hay que volver prósperas todas las américas en independencia, libertad y dignidad democrática”.
Contra Petro hubo voces, como la del exministro de defensa Juan Carlos Pinzón, que le reclamaron por volverse a meter en asuntos exteriores que no son de su resorte (como la actitud que ha asumido, por ejemplo, en el caso del conflicto en Gaza que se originó por el brutal ataque del grupo islamista Hamás contra Israel), mientras el orden público se sigue descuadernando en el país debido al incremento del número de integrantes de grupos como el Eln, las disidencias de las Farc y la banda ‘Clan del Golfo’, que han ampliado también los territorios donde delinquen y el Estado colombiano ha perdido soberanía, todo en el marco de la denominada “paz total” del mandatario.
“Hoy el presidente de Colombia debería estar en el Catatumbo, donde la soberanía está en entredicho, el @COL_EJERCITO fue atacado y hay varios heridos. Al igual que en el Cauca, Arauca, Chocó, y municipios de varios departamentos”, escribió Pinzón en X. “En cambio se mete en asuntos que en nada benefician a Colombia, y al contrario exponen al país. Su interés no son las necesidades del pueblo colombiano, sino su ideología. Pero sobre todo su afán de tapar con humo el caos y la corrupción que son hasta hoy su legado”.
El silencio de Gustavo Petro sobre Venezuela
El presidente Petro tiene derecho a manifestarse, desde su perspectiva ideológica, sobre cualquier tema que considere relevante para Colombia. Pero no ha dejado de llamar la atención el hecho de que se haya pronunciado ‘ipso facto’ sobre Panamá expresando una ‘solidaridad’ no solicitada por el gobierno de ese país, pero siga guardando un atronador silencio sobre lo que ocurre en Venezuela, un caso para el cual no invoca los conceptos de “soberanía” ni “libertad y dignidad democrática” a los que apela para hablar de Panamá.
En el ámbito interno venezolano, la idea de “soberanía” de su pueblo está en entredicho a juzgar por las actas electorales que difundió la oposición, según las cuales una aplastante mayoría de venezolanos eligió como presidente a Edmundo González Urrutia y no a Nicolás Maduro, quien, pese a todo, se posesionará el próximo 10 de enero como ‘presidente’ de ese país para un segundo mandato hasta el 2031. Si el presiente Petro asiste a esa posesión o envía a un emisario, estará cohonestando el robó de esas elecciones y la pérdida de soberanía del voto popular en Venezuela.
La expresión “libertad y dignidad democrática” en clave de Panamá tampoco tiene ningún sentido en clave de Venezuela, en donde, por ejemplo, por estos días, seis directivos del partido opositor Vente Venezuela de María Corina Machado cumplen nueve meses refugiados en la embajada de Argentina en Caracas, legación diplomática que permanece bajo un inmisericorde asedio por parte de las fuerzas de seguridad del régimen de Maduro.




Pero la relativización de las ideas de Petro tiene otro capítulo aparte cuando habla de la “soberanía” panameña y no dice nada de la venezolana en el ámbito internacional. Desde hace mucho rato, las relaciones entre la dictadura de Maduro y los regímenes de Rusia, China e Irán dejaron de ser diplomáticas y comerciales. Hoy las tres potencias al otro lado del Atlántico ejercen una inocultable y vigorosa influencia política, geoestratégica, ideológica y militar en Venezuela, lo que explica también que hayan sido de las primeras naciones que salieron a reconocer la espuria ‘victoria’ de Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio. Analistas consideran que, si no fuera por esos tres regímenes, Maduro y su camarilla de Miraflores no hubieran soportado la presión de las sanciones.
Maduro habla a su manera de la forma como la soberanía venezolana se ha perdido y alardea de los lazos que su régimen tiene con Rusia, China e Irán, a los que llama “socios estratégicos” y “hermanas”: “Tenemos el apoyo de países con tecnología de punta en combate de drones, antidrones. Nuestra hermana Rusia, nuestra hermana China, nuestra hermana Irán. Así que nadie se equivoque con Venezuela. Somos una nación de paz”, vociferó en un desfile militar el 5 de julio pasado, poco antes de las elecciones, para mostrar el respaldo que tiene al sentir los pasos de animal grande con que viene andando la oposición.
Al hacer tan relativos sus conceptos (medir con diferentes raseros la realidad de manera conveniente), el presidente Petro deja la lamentable duda de que sus palabras y sus acciones no están guiadas por los verdaderos intereses de Colombia, ni siquiera por un pragmatismo político, sino por una simple y llana mirada ideológica marcada por su concepción marxista binaria del mundo anclada a los años sesenta, setenta y ochenta: ricos y pobres, oligarquía y pueblo, explotadores y trabajadores, imperialismo e independencia.
El mundo es otro hoy, incluso con más actores como Rusia y China que también buscan erigirse en imperios empezando por sus esferas más próximas (subyugando a Ucrania y Taiwán, respectivamente) y continuando con la influencia que quieren ejercer muy lejos de sus fronteras, como en Venezuela, Cuba y Nicaragua, en las narices de su archirrival Estados Unidos. De la pérdida de esa soberanía no habla el presidente Petro.
Hoy el presidente de Colombia debería estar en el Catatumbo, donde la soberanía está en entredicho, el @COL_EJERCITO fue atacado y hay varios heridos. Al igual que en el Cauca, Arauca, Chocó, y municipios de varios departamentos.
En cambio se mete en asuntos que en nada… https://t.co/dRaSEVgkHo— Pinzón Bueno (@PinzonBueno) December 22, 2024
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