Por ahora, salvo los graves hechos en al menos dos localidades de Bogotá, y en Cali, donde el alcalde tuvo que decretar el toque de queda, una medida que también se aplicó en Facatativá (Cundinamarca), el balance de la jornada de este jueves dista mucho de lo que ocurrió en Chile, Ecuador y Bolivia, un escenario temido por muchos, pero deseado también por no pocos para Colombia.

De hecho, lo que ha pasado en esos países vecinos es sobrecogedor: en Chile, que cumplió un mes de protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera, a los incendios, enfrentamientos con la policía y saqueos a grandes y pequeñas empresas se suman 20 muertos y unos 2.000 heridos, según cifras reportadas por Telesur. Solo la convocatoria a un plebiscito para reformar la constitución calmó las aguas.

En Bolivia, después de unas elecciones amañadas que buscaban darle otro mandato a Evo Morales, las protestas dejan al menos 23 muertos y 715 heridos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Y en Ecuador, hace un mes, en once días de protestas, el saldo fue de 6 muertos y más de 1.200 heridos, según El Universo.

En Colombia, después del paro nacional de este jueves, no se contabilizaba oficialmente ninguna vida perdida, aunque sí varios heridos y millonarios destrozos ocasionados por los vándalos. Solo en el caso de Bogotá, por ejemplo, el alcalde Enrique Peñalosa tasó en miles de millones de pesos las pérdidas por la vandalización de 56 estaciones de Transmilenio, 50 buses del SITP, 16 buses biarticulados, más los ataques y saqueos a la Personería y el Supercade de Suba. Todo eso sin contar los daños que los delincuentes les ocasionaron a particulares.

Este viernes, al país amaneció con expectativa, pero sin asomarse siquiera a situaciones como las de Chile, Bolivia o Ecuador. Sin embargo, llama la atención que si bien el comando nacional del paro, por el cual habló en Noticias RCN el presidente de Fecode, Nelson Alarcón, para decir que la jornada de protesta fue solo de 24 horas, el jefe de la Colombia Humana, Gustavo Petro, invitó en Twitter a seguir con las protestas este viernes.

Por eso, no se puede considerar que la situación esté completamente superada. Y buena parte de lo que pueda suceder en adelante depende del Gobierno que, hasta este viernes, no daba muestras de responder con acciones concretas a las legítimas demandas de amplios sectores de la sociedad que se manifestaron en el denominado ‘21N’.

Por ejemplo, después de rechazar los reprochables actos de los vándalos, el presidente Iván Duque, en su alocución de este jueves por la noche, se limitó a decir: “Hoy hablaron los colombianos. Los estamos escuchando. El diálogo social ha sido la bandera principal de este Gobierno. Debemos profundizarlo con todos los sectores de nuestra sociedad y acelerar nuestra agenda social y de lucha contra la corrupción”.

Iván Duque

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Y la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, después de que Yamid Amat, de CM&, le preguntara “¿de qué manera el Gobierno va a atender muy puntualmente las exigencias y peticiones que hacía hoy la gente marchando?”, respondió: “No hay una petición puntual o un grupo de peticiones puntuales, porque esta fue una convocatoria multipropósito. Recordemos que empezaron diciendo que contra la reforma laboral o pensional, cuando no hay un proyecto a unos temas que deben seguir siendo discutidos”, y mencionó las mesas de concertación laboral y de educación, y con las minorías étnicas.

Por eso, es ilustrativa la conclusión de El Heraldo en su editorial: si la protesta “no resultó en la derrota política para el presidente Duque que algunos pretendían”, el mandatario “cometería un craso error si pretendiera convertirla en una victoria, en lugar de interpretar lo ocurrido como un mensaje claro de que, más allá de los intereses políticos o ideológicos que pudieran haber existido tras la protesta, hay un malestar real en amplios sectores del país que debe ser atendido. El balón está ahora en el tejado del presidente. Y la forma en que responda definirá el clima social venidero”.

Efectivamente, del trato efectivo que se le dé a esta crisis depende que el fantasma que recorre América Latina se detenga en Colombia, o que pase espantado por el país.