La cumbre de la ONU sobre cambio climático (COP 27) comenzó el domingo pasado con un retraso de varias horas. Los delegados de los alrededor de 200 países que acuden a la cita no encontraban un punto en común en un tema en específico: la discusión sobre un fondo de daños y pérdidas por el cambio climático, financiado por los países ricos. Finalmente, y aunque estos últimos accedieron a que el tema estuviera en la agenda de la conferencia, lo sucedido ayuda a entender la diversidad de posturas que hay en Egipto.

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La creación de un fondo de daños y pérdidas es una vieja exigencia de los países pobres y en desarrollo. Algunos líderes, como el colombiano Gustavo Petro, han reivindicado esa propuesta al llegar a Egipto; de hecho, la incluyó en su decálogo para enfrentar la crisis climática (ver infografía), en el que además pidió que organismos como el Fondo Monetario Internacional comiencen a cambiar la deuda de los países en desarrollo por inversión en adaptación y cambio climático, como ya había propuesto.

 

El discurso del presidente colombiano fue duro en algunos pasajes, como cuando tildó de “fracaso” las anteriores conferencias del clima. “El liderazgo político desde la COP número uno hasta la fecha ha fracasado en detener la causa de la crisis climática”, aseguró, y añadió: “… ha fracasado, básicamente, porque superar la crisis climática implica dejar de consumir petróleo y carbón” y permitir una “desvalorización de intereses poderosos”. La delegación colombiana, en la que además de Petro está Susana Muhamad, ministra de Ambiente, ha aprovechado la conferencia para realizar un par de anuncios.

El primero gira alrededor del compromiso de Reino Unido, Noruega y Alemania de un nuevo desembolso de US$25 millones en el marco de la alianza que los europeos tienen con Colombia desde 2015. Se trata de un programa en el que el país espera recibir US$366 millones hasta 2025. “Más que el dinero, es el respaldo político a la estrategia de revitalización de los ecosistemas con las comunidades”, aseguró Muhamad, quien también celebró la renovación de otra alianza en solitario con el gobierno inglés, suscrita en 2019.

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La Alianza para el Crecimiento Sostenible busca reunir esfuerzos colombianos y británicos para detener y revertir la deforestación, implementar una transición energética “justa y ambiciosa”, y promover el uso sostenible de la biodiversidad con el compromiso de apoyar a las comunidades locales en todo el país. Los funcionarios colombianos continuarán con su agenda, en paralelo con las discusiones y los anuncios de organismos como la ONU y de los gobiernos de las naciones más industrializadas, responsables de la mayor contribución a las emisiones contaminantes. ¿Se lograrán nuevos compromisos?

El mundo industrializado

La COP27 se realiza cuando el clima del mundo está en números rojos. La ONU estima que el calentamiento podría alcanzar +2,4 ºC hacia el año 2100 e incluso +2,8 ºC si se mantiene la trayectoria actual. Cifras muy superiores a los +1,5 ºC que preconiza el Acuerdo de París de 2015. Aun con este panorama, los líderes de Estados Unidos y China —los países más industrializados y mayores responsables de las emisiones— no están en Egipto. El estadounidense Joe Biden acudirá a la conferencia unas horas el próximo viernes, 11 de noviembre, pero Xi Jinping, presidente chino, no acudirá a la cita.

Sin importar su ausencia, la conferencia comenzó con varios mensajes dirigidos a ellos. “Estados Unidos y China deben responder” al desafío, ya que los europeos son “los únicos que pagan”, dijo Emmanuel Macron, presidente francés, en un encuentro con algunos jóvenes. Los países industrializados siguen sin cumplir con el objetivo de movilizar US$100.000 millones anuales para ayudar a los pobres a recortar sus emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático, del que son los más afectados.

La conferencia sucede, además, en medio del conflicto europeo entre Rusia y Ucrania, que ha llevado los precios de la energía a máximos históricos en el viejo continente. En ese contexto, Olaf Scholz, jefe del gobierno alemán, instó a los participantes en la COP27 a que no pierdan de vista sus objetivos en materia de energías renovables.

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Para hacer frente a una posible escasez de energía durante el invierno, el gobierno decidió reabrir de manera temporal sus centrales de carbón, pese a que uno de sus compromisos ambientales había sido cerrarlas; sin embargo, Scholz subrayó que la reapertura de estas centrales sería por un “periodo corto”.

“Cada décima de grados menos de calentamiento significa menos sequías e inundaciones, menos conflictos por los recursos, menos hambrunas y malas cosechas y, por lo tanto, más seguridad y prosperidad”, subrayó el líder alemán, quien prometió que su país aumentará su contribución a la lucha contra el calentamiento global en 2025 hasta los 6.000 millones de euros (cantidad similar en dólares) al año, frente a los 5.300 millones de 2021.

Los mensajes de “ahora o nunca” se multiplican en medio de las divisiones. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, advirtió en su discurso que la humanidad se enfrenta a la disyuntiva de “cooperar” ante el cambio climático o “morir”. “Un pacto por la solidaridad climática o uno por el suicidio colectivo”, dijo Guterres. Naciones Unidas aprovechó la conferencia para anunciar su intención de movilizar US$3.000 millones para que de aquí a cinco años toda la población mundial esté protegida por un sistema de alerta temprana de desastres meteorológicos.

Horas antes del inicio de la cumbre, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que cada uno de los últimos ocho años ha sido más cálido que todos los registros conocidos hasta ahora. El 2022 será “solo” el quinto o sexto más caliente que se conoce, a partir de los registros oficiales, y eso “gracias” a la influencia poco habitual, por tercer año consecutivo, del fenómeno oceánico de La Niña, que provoca un descenso de las temperaturas en algunas regiones del planeta.

La Niña “no está invirtiendo la tendencia a largo plazo; es solo una cuestión de tiempo antes de que llegue un nuevo año más cálido”, insistió la OMM, agencia especializada de la ONU. La evaluación definitiva llegará en 2023, pero la OMM ya advierte que “los ocho años de 2015 a 2022 serían probablemente los más cálidos registrados” hasta la fecha.

“Las concentraciones de CO2 en la atmósfera son tan elevadas que el objetivo de 1,5 °C (…) apenas es alcanzable”, comentó Petteri Taalas, jefe de la OMM. “Ya es demasiado tarde para muchos glaciares, y el derretimiento continuará durante centenares, o incluso miles de años, lo que tendrá grandes consecuencias sobre el abastecimiento de agua”, concluyó. Los glaciares en los Alpes registraron en 2022 una pérdida récord de masa glacial, con una reducción de su espesor de 3 a 4 metros, “mucho más que durante el récord precedente de 2003″. Las noticias en torno a la elevación del nivel de los océanos tampoco son buenas, a causa del deshielo de los casquetes polares. Se acaba el tiempo para tomar decisiones.