Esta semana, el país vio con indignación que el sacerdote William Eduardo Alfonso Gómez reconoció ante la justicia que abusó sexualmente de un menor, que ahora es mayor de edad y tiene 19 años, desde que este tenía 13. Al párroco se le imputaron cuatro delitos: actos sexuales con menor de 14 años, acceso carnal con menor de 14 años, acto sexual violento y  acceso carnal violento.

Luego de que aceptara los cargos, el religioso fue enviado a la cárcel La Modelo de Bogotá y ahora se expone a una condena de hasta 30 años de cárcel, que deberá ser confirmada en la sentencia condenatoria por parte del juez de conocimiento. Al abusador lo capturaron el pasado 14 de febrero, casi un año después de que su víctima lo denunciara ante las autoridades.

El joven decidió hablar con el diario El Tiempo sobre la pesadilla que vivió a manos del cura, insistiendo en que consideraba que haciéndolo haría que otras víctimas se den cuanta de la importancia que tiene denunciar a sus abusadores ante las autoridades competentes y a tiempo. “Por favor, denuncien, por eso cuento mi historia, quiero salvar a otras vidas del abuso”, comentó el muchacho.

El cura abusador le dio trabajo a la madre de la víctima en las dos parroquias en las que estuvo en los últimos años. Luego de ganarse la confianza de ambos y manipular a la señora para que dejara el menor solo con él, el párroco empezó a llevar a cabo sus delitos sexuales, que se extendieron durante cinco años. El cura abusaba del para ese entonces adolescente en la casa cural, pero luego llegó a violarlo en la residencia en la que este vivía con su madre.

“Yo quedaba como loco, soportaba el dolor de las heridas. Fui obligado a destruir cualquier evidencia, a botar los papeles con los que me limpiaba en el inodoro, a bañarme cada vez que él decidía usarme de forma grotesca, fuerte y abusiva”, le dijo la víctima al periódico, en el que también recordó que el párroco le decía que gracias a él su mamá tenía trabajo y que él era la única persona que los ayudaba.

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Luego de que el cura fue trasladado a una iglesia del barrio San Carlos, en la que sus feligreses le piden ahora a la justicia que sean implacables en la condena que le dictarán al violador, este se las ingeniaba para visitar al joven en su casa y continuar sus aberraciones allí. La víctima reveló que su abusador llegó a accederlo mientras este superaba una incapacidad por una cirugía de cordales.

El sacerdote le regaló un celular al joven y desde ese momento se empezó a gestar su caída. El menor se dio cuenta de que su abusador tenía perfiles en Facebook para publicar contenido explícito y buscar otras posibles víctimas. “Usaba otros nombres para subir contenido explícito. Todo eso lo guardé, pero sentía miedo de denunciarlo y que él alterara mi versión. Muchas veces le dije no más, pero otra vez volvían los puños en mi espalda”, recordó.

Finalmente, el joven denunció ante las autoridades al violador y está trabajando junto a su defensa para determinar si hay más menores que fueron abusados por el cura, como creen que así es. La víctima lamenta ahora que, durante los años que padeció las aberraciones del párroco, la relación con su madre se afectó seriamente y él empezó a consumir marihuana.

“Hoy puedo decir que ha sido la decisión más liberadora de mi vida. William Eduardo Alfonso Gómez arruinó mi infancia, mis propósitos, mis ilusiones. Acabó con mi inocencia. Ahora sé que lo que pasó no fue mi culpa; él, como sacerdote, tenía poder sobre mí”, concluyó en su diálogo con El Tiempo.