El hedor es tan fuerte que muchos habitantes de la localidad Antonio Nariño, donde se encuentra el camposanto, dicen vivir últimamente con constantes dolores de cabeza, de garganta, náuseas y hasta ardor en los ojos, informó Semana. 

La problemática que ha estado presente desde hace un par de años se ha visto agravada en la época de pandemia por COVID-19, ya que los campos fúnebres han aumentado sus funciones laborales con el fin de acatar los protocolos del Distrito, añadió ese medio. 

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Frente a las quejas de los residentes de esa zona del sur de la capital, la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) apuntó, en esa publicación, que los hornos crematorios en el Cementerio del Sur están trabajando “con los parámetros establecidos por las autoridades sanitarias” 

Los hornos crematorios del Distrito, así como sus emisiones, son seguros para la comunidad y se encuentran entre los límites de la normatividad ambiental”, indicó al semanario, Karen Castañeda, subdirectora de servicios funerarios de la Uaesp. 

Esa misma entidad del Distrito ordenó, el pasado 16 de marzo, el cierre de todos los cementerios públicos en Bogotá y añadió que para las ceremonias solo se permitirá un máximo de 5 personas. Esto con el fin de evitar las aglomeraciones en los lugares de culto.