El subintendente Javier Galeano, conductor y escolta del fallecido coronel Óscar Dávila y quien fue la última persona que lo vio con vida, será investigado para determinar si cometió algún error de procedimiento en la noche del pasado viernes 9 de junio, cuando la persona a la que protegía murió.

La oficina de Inspección de la Policía Nacional abrió una indagación preliminar contra el subintendente que, tras la muerte del coronel Dávila, salió a su periodo de vacaciones.

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Al parecer, la institución busca establecer si se registró alguna falla en la prestación de servicio de custodia al oficial que, de acuerdo a lo reiterado por integrantes del Gobierno, incluido el presidente Gustavo Petro, se quitó la vida en medio de la presión que tenía al ser vinculado con el escándalo de las chuzadas a dos exempleadas de Laura Sarabia.

De hecho, el mandatario dijo que si la prensa se “acercara a averiguar” las causas del fallecimiento “se encontrarían con un espejo y la imagen reflejada les haría gritar de espanto”.

“Algunos sectores de prensa han insinuado que el coronel Dávila no se suicidó; si se acercaran a averiguar las causas de su suicidio, y ya será la labor de la justicia, se encontrarían con un espejo y la imagen reflejada les haría gritar de espanto”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter.

De acuerdo con lo conocido hasta ahora, el subintendente Galeano fue la última persona que vio con vida al coronel Dávila. Antes de morir, el oficial le habría pedido que parara el carro para que le comprara una botella con agua. El conductor se bajó del vehículo y dejó su arma de dotación con la que, aparentemente, Dávila se habría quitado la vida. Esto también está por determinarse, pues aún no se conoce un dictamen de Medicina Legal sobre las causas de la muerte.

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El coronel Dávila, además de coordinar la avanzada de seguridad de Gustavo Petro, también era el encargado de liderar la oficina de seguridad que tiene la Casa de Nariño en el piso 13 de un edificio de la Dian ubicado a cuadra y media de la Presidencia. En esa oficina, presuntamente se realizaron las copias espejo de los celulares de las dos exempleadas de Sarabia.

Por esa razón fue que el coronel Dávila le había enviado –168 horas antes de su muerte–, una carta a la Fiscalía para colaborar con la investigación sobre las chuzadas a las dos exempleadas que hicieron pasar como integrantes del Clan del Golfo.

El oficial, de hecho, ya estaba preparando su defensa pues había acordado que el abogado Miguel Ángel del Río lo representaría en este caso.