Escrito por:  Redacción Nación
Dic 9, 2025 - 6:38 pm

El camino que recorre una esmeralda de Compañías Muzo es uno de los procesos más complejos y valiosos de la industria minera colombiana: comienza en las entrañas de las montañas de Boyacá y termina en los laboratorios de corte y talla en Bogotá, donde cada piedra alcanza su máximo esplendor.

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Esta ruta revela cómo tradición minera, tecnología y artesanía se integran para producir las esmeraldas que han hecho famoso el ‘Verde Muzo’, el tono más buscado por joyeros de todo el mundo.

El origen: Puerto Arturo, la mina donde nace el color más famoso de Colombia

La historia arranca en Puerto Arturo, una mina de más de 55 hectáreas ubicada entre veredas de Muzo y Quípama. Desde tiempos precoloniales, este territorio es reconocido por producir esmeraldas de un tono verde azulado único. Ese color característico —bautizado internacionalmente como Verde Muzo— es el sello que ha convertido a esta región en referente global.

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Pero detrás del brillo final hay un proceso arduo que comienza cada día con el ingreso de cerca de mil trabajadores. Para llegar a las zonas de extracción, los mineros deben descender cientos de metros por un sistema subterráneo compuesto por túneles, cubiertas, rampas y cámaras que conectan los frentes de trabajo.

El ambiente es oscuro, húmedo y silencioso, interrumpido solo por el eco de los martillos neumáticos que abren camino entre las paredes de esquisto negro, una roca dura que guarda las vetas donde se esconden los cristales.

La búsqueda de la veta blanca: la señal que guía a los mineros

En Muzo, la técnica ancestral sigue vigente: los mineros avanzan atentos a un rastro muy particular, la veta blanca de calcita, considerada el indicador más seguro de que una esmeralda puede estar cerca. Encontrarla es un momento clave en la jornada. Cuando esa línea aparece, se reduce la velocidad del trabajo y comienza una extracción milimétrica.

Con herramientas manuales —cinceles, barras, pequeñas puntas metálicas— los trabajadores separan fragmentos de roca madre sin fracturar la esmeralda. Cualquier golpe mal dado puede arruinar una pieza de altísimo valor, por lo que la precisión y la experiencia son determinantes.

Para garantizar que cada esmeralda salga íntegra y que su trazabilidad quede registrada, el proceso es vigilado por personal de seguridad y sistemas de monitoreo CCTV, que siguen en tiempo real la operación y documentan cada movimiento dentro del socavón.

Un antes y un después: de minería informal a modelo certificado

La región vivió durante décadas un escenario muy distinto: operaciones informales, sin estándares ambientales ni protocolos claros. Ese pasado quedó atrás. Hoy, Compañías Muzo opera bajo procesos certificados y sostenibles, soportados en tecnología avanzada, monitoreo, infraestructura moderna y prácticas laborales reguladas.

Uno de los cambios más importantes es la adopción de modelos con rampas centrales que permiten explorar nuevas zonas subterráneas y facilitar, al mismo tiempo, la recuperación de coberturas vegetales en superficie. Este sistema, además, mejora el retorno de fauna silvestre y eleva los estándares ambientales de la cadena minera.

El resultado: un modelo reconocido por su responsabilidad social, su enfoque ambiental y su capacidad para garantizar calidad en cada etapa.

De Muzo a Bogotá: comienza la transformación en Esmeraldas de los Andes (EDLA)

Una vez se extrae el material en bruto, comienza el segundo capítulo de la ruta. Las piezas viajan a Bogotá, a Esmeraldas de los Andes – EDLA, ubicado en la Zona Franca de Fontibón. Este centro especializado es el corazón del proceso de embellecimiento, donde las piedras dejan atrás su apariencia rústica para convertirse en gemas talladas.

El primer filtro: el comité que decide el futuro de cada piedra

En EDLA, el proceso inicia con un comité técnico que evalúa cada fragmento proveniente de la mina. Allí se determina qué tipo de producto final se puede obtener. La decisión se toma según varios criterios:

  • Formas del cristal.
  • Inclusiones internas.
  • Tamaño y proporciones.
  • Potencial de aprovechamiento.
  • Valor comercial esperado.

Esta evaluación inicial es fundamental porque define el camino de cada esmeralda dentro del laboratorio. Según explican los especialistas del centro, “se determina el producto final” tras un análisis minucioso que busca dar el “mayor valor al material”.

La preforma: el molde que prepara la joya

La información del comité pasa luego al equipo de preforma, encargado de estudiar cómo intervenir la piedra para optimizar volumen, brillo y estética. Esta etapa permite descartar partes no aprovechables y conservar los fragmentos con mejor proyección comercial.

Una vez preformada, la esmeralda avanza hacia las líneas de trabajo donde entra en la fase más delicada: corte, talla y pulido.

Talla y pulido: donde nace el brillo que conquista al mundo

En esta etapa, artesanos especializados dan forma a la pieza y construyen su identidad visual. Los cortes deben respetar la estructura interna del cristal para no comprometer su integridad. Luego, con pulidos sucesivos, la piedra obtiene el acabado final que la convierte en una gema lista para mercado.

El proceso no termina allí. Las piezas pasan a una evaluación de mercado, donde se clasifican, se lotean, se arman “parejas” cuando es necesario y finalmente se alistan para salir al mundo.

Como resume el equipo técnico: “Luego de todos los procesos, se necesita análisis en el mercado. […] Se lotean, se le sacan parejas y ahí salimos al mundo”.

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Una ruta que empieza bajo tierra y termina en vitrinas internacionales

La ruta de la esmeralda de Compañías Muzo es una cadena que une tradición minera, técnica artesanal y procesos modernos, desde la búsqueda de la veta blanca en Muzo hasta el pulido final en Bogotá.

Es un viaje que comienza con mineros abriendo túneles en busca del cristal perfecto y termina con gemas clasificadas y listas para conquistar mercados globales, sostenidas en un modelo responsable que cambió para siempre la forma en que se extraen, transforman y valoran las esmeraldas colombianas.

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