“La política colombiana se parece demasiado al fútbol colombiano”

En ambas hay “escaso talento y muchos empujones, patadas y madrazos”, describe Santiago Gamboa en El Espectador:

“Candidatos al Congreso para los cuales hacer campaña consiste únicamente en insultar y atacar a sus rivales, del mismo modo que para los malos futbolistas jugar fútbol consiste solo en repartir patadas a los adversarios”.

Gamboa destaca la prodigiosa estrella protectora del senador Álvaro Uribe, cuya buena suerte “ya habría llamado la atención de la policía en cualquier otro país” y se pregunta: “¿Puede ser inocente alguien al que los testigos le tienen tanto miedo?

El columnista también opina sobre los candidatos presidenciales: Iván Duque “no tiene cara de malo, sino de bobo” y perdió su frescura por imitar a Uribe; Vargas Lleras aspira a dirigir una hacienda que “él cree que le pertenece”; a Alejandro Ordóñez “sólo le falta pedir que se restablezca la esclavitud para los afros y los indígenas”. Los mejor librados en la opinión de Gamboa son Gustavo Petro y Sergio Fajardo, quienes son “los únicos que están leyendo e interpretando con lucidez los cambios que hoy vive este país”.

Los Petristas son tan intolerantes como los Uribistas

Eso severó Adolfo Zableh en El Tiempo, donde indicó que si Colombia se va a volver como Venezuela es por los acérrimos seguidores de Petro, poniendo de ejemplo al libretista Gustavo Bolívar, a quien llamó “el seguidor más ilustre” del exalcalde y cuestionó por andar anunciando reformas sin siquiera haber ganado en las elecciones.

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Siempre pensé que lo peor de Gustavo Bolívar eran sus series de televisión, hasta que lo vi liderando la campaña de Petro a la presidencia. Todo indignado, y ni siquiera, multiindignado e hipersensible, tan preocupado por todo que parece pose […] No sé cómo pasó de hacer ‘Sin tetas no hay paraíso’ a ser escudero del exalcalde de Bogotá, si pareciera que ambos caminos no tienen manera de encontrarse. Sin embargo, ahí está, lanzándose al Senado y anunciando reformas”, expresó Zableh.

Luego, el columnista también mencionó que los petristas no solo no aceptan críticas, sino que generan miedo pues lanzan juicios contra quienes los cuestionan, al mejor estilo de su líder o del uribismo.

“Usted puede seguir a cualquier político, lo que no puede es ser radical, y menos con algo tan álgido como el destino de un país. [Sus seguidores más acérrimos] no aguantan nada, ni una crítica ni un chiste. Escribir de él [de Petro] es todo un experimento sociológico (o antropológico, ni idea) porque si algo no les suena, caen en gavilla. Son tan intolerantes que son uribistas. Yo he borrado decena de tuits sobre el candidato apenas se me han ido encima. El otro día, Daniel Samper volvió trending #HagoMaletasPorSiGanaPetro, medio en mamadera de gallo, y el mismo candidato salió a decir que los que decían eso eran corruptos”.

No merecía la roja Germán Gutiérrez: Dagoberto Escorcia

El columnista de El Heraldo considera que Atlético Junior no merecía quedarse con 10 jugadores en el partido que perdió con Palmeiras el pasado jueves, y cuestionó al árbitro paraguayo que tomó la decisión:

“Él, Enrique Cáceres, a los 10 minutos demostró qué equipos son los pesados en la Libertadores”.

Escorcia cree que es “injustificada” la tarjeta roja mostrada a Gutiérrez y asevera que “en la historia del fútbol europeo, jamás había visto una expulsión a los 10 minutos de juego”.

“Enrique Cáceres jugó con ventaja. No fue justo en esa jugada que determinó el partido. Resultó ser el vengador paraguayo”, concluye.

Ceros de los billetes, cortina de humo para ocultar casos de corrupción y problema graves del país

Eso asegura José Acosta en El Espectador, donde primero acusa a Néstor Humberto Martínez, fiscal General, de usar el tema para “ocultar su inoperancia y conflicto de intereses en el caso Odebrecht”, y después señala al Gobierno y a funcionarios de diversos partidos de ‘hacerle cuarto’

Y es que Martínez fue quien planteó que quitar tres ceros a los billetes ayudaría a que las Farc saquen sus caletas. Luego, según el columnista, sospechosamente el Ministro de Hacienda anunció que tenía listo el proyecto para que el Congreso apruebe el cambio que, dice Acosta, costaría 400 mil millones de pesos a la Nación: “Sin contar los costos en cambios, software y sistemas de contabilidad para las empresas y las millonadas que derrochará el Gobierno en campañas de pedagogía por los tres años que duraría la transición al ‘nuevo peso’, tiempo suficiente para la operación de lavado de las caletas mencionadas por el Fiscal”.

“Tan sospechoso concierto entre funcionarios de diferentes partidos políticos para impulsar una medida con indudables traumatismos sobre la economía […] se empieza a explicar por la necesidad de desviar la atención de problemas más graves como el creciente desempleo, la bomba pensional, la inseguridad urbana y una creciente crisis del sistema público de salud que es saqueado permanentemente, como se advirtió con el caso de Medimás EPS”, puntualizó.

“No espere ningún compromiso significativo de Trump sobre armas de fuego”

Tampoco sobre “inmigración o cualquier otro tema candente”, dice Max Boot en The Washington Post, donde indica que el Presidente de Estados Unidos dice una cosa, luego se retracta y termina haciendo lo contrario o nada.

La crítica de Boot comenzó por las medidas que el presidente de Estados Unidos anunció recientemente para el control de armas en el país norteamericano y con las que, dice el columnista, solo demostró una vez más “que no sabe de lo que está hablando y no quiere decir lo que dice”.

Boot, incluso, manifiesta que esas acciones no mostrarían resultados, pues pasaría lo mismo que cuando Trump, primero “respaldó un proyecto de ley para detener la deportación de soñadores que habían sido traídos a los Estados Unidos cuando eran niños”, y luego “en lugar de presionar por tal legislación, retrocedió rápido […] En febrero, bajo la presión de los partidarios de la línea dura de la inmigración, torpedeó la legislación bipartidista que habría legalizado a los soñadores y financiado un muro fronterizo, pero no recortó la inmigración legal”.