“Existe la sensación de que hay demasiados generales ocupados más por beneficiarse de las prebendas del poder que por servirle al país”, expresó Duzán en la revista.

Al parecer a la periodista le sobran razones para decirlo puesto que existen versiones de fuentes allegadas al alto mando, que aseguran que en el tema de los ascensos existe un presunto tráfico de influencias, es decir, un delito asociado al fenómeno de la corrupción.

“Los buenos soldados y los buenos oficiales están quedando sin poder subir en la jerarquía, derrotados ya no por un enemigo estratégico, sino porque no quisieron participar en el festín de la corrupción”, agregó la columnista en el semanario.

Y para respaldar esa afirmación, Duzán recoge una denuncia en la que se supuestamente 4 suboficiales, de un grupo de 15, fueron ascendidos sin cumplir con los requisitos necesarios –entre ellos escoltas de generales– y algunos con sendas manchas en sus hojas de vida.

“Terminaron privilegiados los que se pasaron su vida militar lavando carros, paseando perros y llevando al colegio a los hijos de los generales, sobre los sargentos mayores que sí cumplían los requisitos y que se ganaron sus medallas viviendo la guerra en los territorios”, señaló la periodista en la revista.

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En relación con los suboficiales con “máculas en sus hojas de vida” está uno que fue  escolta del general Nicacio Martínez, comandante del Ejército, y que, a pesar de haber sido sancionado en un par de ocasiones, fue ascendido y enviado a Estados Unidos. Incluso, sostiene Duzán, un sargento mayor que fue señalado de traficar información estratégica con las Farc a cambio de “gruesas sumas de dinero”, también se benefició.

De hecho, hasta un coronel llamado a retiro por tener “graves investigaciones en su contra” fue reintegrado y ascendido apenas asumió la nueva cúpula militar, subrayó María Jimena Duzán en su columna dominical en Semana.