El Roig Villalba se está cayendo a pedazos. Los dos pabellones más antiguos de la institución (con cuatro salones cada uno y dos baños con 20 baterías sanitarias) fueron clausurados por la Gobernación de La Guajira ante el inminente desplome del techo.

Los 19 salones restantes son pequeños para alojar a grupos de 45 niños, niñas y jóvenes, y garantizar el distanciamiento de un metro que recomienda el Gobierno nacional para prevenir el contagio del coronavirus.

Por eso, las y los 2.300 estudiantes de la institución toman turnos para asistir a clases presenciales: unos van al colegio los lunes, miércoles y viernes, y otros van los martes y jueves. Los días que no asisten a clases, los profesores les dejan guías para trabajar de manera autónoma en sus casas.

“Teníamos 29 grupos porque acá la población estudiantil creció. Como no cabían y no se podían tener grupos grandes, los dividimos en dos bloques en consenso con la Secretaría departamental y municipal para que los pelados vinieran por días”, explica el profesor Carlos Julio Gómez.

Los directivos, profesores, padres y madres de familia, y los estudiantes del colegio Roig Villalba han denunciado las deficiencias de la infraestructura para garantizar un regreso a clases seguro. A pesar de que se han reunido con el gobernador Nemesio Roys, la secretaria de Educación departamental Olidey Meza Freyle y la secretaria de Desarrollo Social de Fonseca Luisa Acosta, no han recibido una solución. 

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Un equipo de periodistas de Consonante recorrió la institución y acompañó a varios estudiantes para conocer de cerca qué está sucediendo. Vea el siguiente video: