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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Feb 21, 2024 - 5:56 am

Cambiar todo para que nada cambie. No se trata de un juego de palabras que aluda al denominado ‘Gobierno del cambio’ del presidente Gustavo Petro. Es el espíritu de lo que en estudios políticos se conoce como el ‘gatopardismo’ o lo ‘lampedusiano’, en referencia al escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de ‘El gatopardo’, cuyo argumento encuentra hoy un curioso correlato en Colombia.

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El personaje de esta obra le dice a su tío Fabrizio una frase que ha hecho carrera en el mundo de la política: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, que recoge dos dimensiones de la sociedad siciliana. Por un lado, la capacidad de la población de adaptarse a los distintos gobernantes de la isla; y por otro, la estrategia de la aristocracia de aceptar la revolución para poder conservar su influencia y poder.

Es la sensación con la que se encuentra hoy el país después de conocerse que Laura Sarabia llega al Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre), poderoso cargo similar al que ya había ocupado, pero que se vio forzada a dejar por el escándalo de las chuzadas y el uso del polígrafo en su niñera, y el escándalo que estalló cuando los colombianos conocieron varios audios en los que discute con el entonces embajador en Venezuela Armando Benedetti.

Benedetti, por la misma razón, fue apartado del Gobierno. Lo que dijo (entre otras cosas, que a la campaña de Petro en la Costa habrían ingresado 15.000 millones de pesos de manera irregular, y la contundente frase: “Si no es por mí, no ganan, […] pateo, hijueputa, y ahí nos caemos todos hijueputa”) hizo que se abriera una investigación que está en curso y por la cual el gerente de la campaña y hoy presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, fue llamado este martes a rendir declaración por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

En ese momento, fueron muchas las voces que pidieron la salida de Sarabia y Benedetti del Gobierno, incluso las del Pacto Histórico. Gustavo Bolívar, reconocido alfil de Petro, dijo: “Una pelea interna entre círculos de poder no puede llevar al Gobierno a la crisis y a todo el movimiento al desprestigio. Laura Sarabia y Armando Benedetti se deben ir”.

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Tomada la decisión por Petro, Sarabia y Benedetti salieron del Gobierno, y estallaron las voces que aplaudieron al mandatario, como la de María Fernanda Carrascal: “La decisión del presidente de apartar de sus cargos a Laura Sarabia y Armando Benedetti demuestra el talante democrático del Gobierno: se respeta la separación de poderes y se garantiza la confianza en el proceso de investigación de las autoridades competentes”.

Efectivamente, los colombianos pensaron que Petro había tenido un gesto de grandeza y que había pensado en el país por encima de sus funcionarios queridos, incluso por encima de su amor propio, lastimado debido a que tuvo que dar el brazo a torcer.

Laura Sarabia y Armando Benedetti, de nuevo en Gobierno de Gustavo Petro

Todos creyeron que ahí este capítulo se había cerrado. Pero no fue así. Sarabia apenas duró dos meses por fuera del Gobierno, al cabo de los cuales el presidente la nombró directora del Departamento para la Prosperidad Social, desde el cual siguió ejerciendo la poderosa influencia que tenía cuando fue apartada del Gobierno, es decir, cuando dejó el cargo de jefa del Despacho de la Presidencia de la República.

Ahora escala como directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), una instancia en la que, para muchos, Petro le da todo el poder de la presidencia, al punto de entregarle incluso su propia seguridad. Benedetti también, después del paso de unos meses, volvió a la representación diplomática de Colombia en el exterior, no como embajador en ningún país, sino ante la FAO en Roma.

Como en un pase de magia (ahora los ven, ahora no los ven), Petro consiguió esconder por unos meses a los dos funcionarios que le armaron quizá el peor escándalo de su Gobierno, para después volverlos a poner en la palestra (ahora los vuelven a ver). Y con eso probó que se trató de un acto de ‘gatopardismo’, es decir que lo cambió todo para que todo siguiera igual.

De Sarabia se ha dicho que, por sus condiciones profesionales (organiza, ejecuta, controla y es puntual), se lo merece, y que incluso se podría convertir en el polo a tierra que necesita el presidente (lo cual le conviene al país). Pero sobre Benedetti la apreciación es diferente. La sensación que hay es que el mandatario se ha afanado en darle un puesto en el Gobierno no por sus cualidades, sino porque sabe mucho…

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