Más allá del silencio es más que un pódcast. Es una ventana a las conversaciones que importan. Conducido por Rafael Poveda, este espacio se dedica a explorar los temas más polémicos y controvertidos de nuestra época. Cada episodio es una inmersión profunda, con un enfoque investigativo y crítico, en los casos que resuenan en nuestra sociedad. Únete...
El estremecedor testimonio de Greiber Berrío como símbolo de supervivencia quedó grabado en la voz de un hombre que, tras salir de la iglesia, fue brutalmente atacado por una jauría en un potrero. “Venía caminando cuando una perra me apareció a menos de dos metros. Me ladraba con rabia y me intentaba morder”, relató con voz temblorosa. Sin saberlo, estaba a punto de vivir uno de los momentos más aterradores de su vida.
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Intentó retroceder y protegerse con su bolso, pero en cuestión de segundos, aparecieron más perros. “Me rodearon, uno me mordió el zapato y me haló. Perdí el equilibrio y rodé por un barranco. Ahí comenzó el infierno”, recordó.
Mientras gritaba desesperado por ayuda, los animales lo mordían sin cesar. “Me jalaban de los brazos, de las piernas, como si quisieran arrancarme en pedazos”, dijo. A pesar del dolor, intentó proteger su rostro con las manos. “Sentí cómo me mordieron el ojo y luego uno de ellos me arrancó la oreja”.




Aterrorizado, se acurrucó en posición fetal, cubriéndose el rostro y rogando a Dios por su vida. “Sentía que peleaban entre ellos por morderme. Yo solo pensaba en que no quería morir así”, relató. Durante varios minutos, soportó el ataque sin poder defenderse. “Era como ver esos documentales de África donde los leones se lanzan sobre una presa”.




En medio de la oscuridad, entre gritos de auxilio, logró ver las luces de una patrulla. “Los policías llegaron, uno me gritó que me tranquilizara, que no me iba a dejar solo. Lloré. Pensé que moriría ahí, en la tierra, devorado por perros”. Los uniformados lograron levantarlo, aunque el dolor era insoportable. Su brazo colgaba y estaba bañado en sangre.
Ya en la patrulla, camino al hospital, cerró los ojos y se encomendó nuevamente a Dios. Hoy, agradece estar vivo, aunque con secuelas físicas y emocionales difíciles de borrar. “Es algo que no le deseo a nadie”, concluyó.
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El caso ha causado conmoción en la comunidad. Se investiga si los perros pertenecen a algún vecino del sector o si eran callejeros. Las autoridades hacen un llamado urgente al control de animales agresivos y a la tenencia responsable de mascotas.
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