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La campaña “Peatón 72: mi paso, mi vida” en Bogotá surge como respuesta a la profunda transformación sufrida por la ciudad debido a la construcción de la Línea 1 del Metro en la concurrida calle 72. Este proyecto, que convoca a autoridades como la Empresa Metro de Bogotá (EMB), la Policía Nacional, la Secretaría Distrital de Movilidad y las alcaldías locales, tiene la finalidad de reeducar y sensibilizar a los peatones, promoviendo el tránsito seguro y la convivencia en uno de los corredores comerciales más emblemáticos de Chapinero y Barrios Unidos, sectores tradicionalmente vibrantes y de alta movilidad tanto peatonal como vehicular. Según los promotores de la campaña y voces recogidas en el artículo original, evitar accidentes peatonales en los puntos de cruce críticos se ha convertido en una prioridad, especialmente tras la alteración de intersecciones tradicionales entre las carreras 13 y 17; en este nuevo diseño, solo se permite el paso seguro en carreras 11, 19 y avenida Caracas, lo que obliga a usuarios y comerciantes a adaptarse a nuevas dinámicas urbanas.
Las cifras de accidentalidad justifican la urgencia de la intervención. Datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de Colombia indican que más de 6,000 personas pierden la vida anualmente en accidentes de tránsito, y preocupantemente, el 40% de esas víctimas son peatones. Este panorama es consistente con el informe global de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que destaca la necesidad de invertir en infraestructura peatonal y programas educativos para reducir la siniestralidad. Por ello, la Calle 72 encarna actualmente un terreno de ensayo fundamental para este tipo de pedagogía ciudadana, en la que el principal objetivo no solo es salvar vidas, sino también fomentar el sentido de responsabilidad colectiva y fortalecer el tejido social urbano.
El testimonio de ciudadanos como Camila Vargas, que priorizan la seguridad aun a costa de recorrer mayor distancia, refuerza la percepción de que la adopción de nuevos hábitos puede contribuir significativamente a la seguridad vial. Sin embargo, para expertos como la investigadora Catalina Ortiz, la sostenibilidad de estas campañas depende, además, de una adecuada señalización, el mantenimiento del espacio público y procesos continuos de monitoreo y comunicación transparente sobre las ventajas y riesgos de las obras, tal como destacó La Silla Vacía en sus análisis recientes.
En paralelo, la campaña “La 72 vive más fuerte que nunca” pone en valor la resiliencia de más de 50 comercios que se mantienen operando en la zona intervenida. Este fenómeno, analizado por estudiosos como Saskia Sassen, ilustra cómo la continuidad del comercio tradicional resulta esencial para preservar la economía local ante las amenazas que acompañan a grandes infraestructuras, como la gentrificación y el desplazamiento de poblaciones vulnerables. Restaurantes, papelerías y ferreterías, entre otros, sostienen la vida cotidiana y aportan estabilidad a comunidades frecuentemente afectadas por la incertidumbre propia de la transformación urbana.




A más largo plazo, la construcción del metro en la calle 72 está llamada a reconvertir este eje en un nodo estratégico de integración que mejore la movilidad y el acceso al espacio público. Las autoridades, sin embargo, deberán continuar invirtiendo en estrategias inclusivas para mitigar las afectaciones económicas y sociales a corto y mediano plazo. Como muestra la experiencia en ciudades como Medellín o Ciudad de México, documentada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el éxito de este tipo de megaobras urbanas no depende solo de la infraestructura física sino de una gestión social permanente, dialogante y basada en evidencia.
Finalmente, la evaluación constante y el uso de tecnologías adecuadas para medir el impacto de las campañas educativas en materia de movilidad resultan fundamentales. Según el último informe del Centro de Estudios de Movilidad Bogotá, solo la medición rigurosa de comportamientos y problemáticas permitirá que los esfuerzos institucionales converjan en una ciudad mejor planificada, más segura, humana y con menor riesgo para los sectores vulnerables.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué es la gentrificación y cómo puede afectar a comerciantes y residentes de la calle 72?
La gentrificación es un proceso urbano en el que la llegada de grandes proyectos de infraestructura o inversiones eleva el valor inmobiliario y comercial de una zona, ocasionando que los residentes y comerciantes originales sean desplazados por nuevas poblaciones de mayores recursos. En la calle 72, el riesgo de gentrificación es relevante debido a que la transformación urbana podría incrementar los costos de operación y vivienda, poniendo en peligro la permanencia de negocios y población local tradicionales.
Este fenómeno preocupa a expertos y defensores del tejido social porque puede conducir a la homogeneización comercial, la pérdida de referentes culturales y económicas, y a la desaparición de redes de apoyo comunitarias. Por eso, además de las obras físicas, se recomienda adoptar políticas públicas que protejan al pequeño comercio y a las poblaciones vulnerables frente a los efectos adversos del desarrollo urbano acelerado.
¿Cómo puede la ciudadanía involucrarse en la mejora de la movilidad y la seguridad vial?
La participación activa de la ciudadanía es clave para el éxito de las iniciativas de seguridad vial como “Peatón 72: mi paso, mi vida”. Los residentes y transeúntes pueden contribuir al respetar la señalización, reportar irregularidades, y participar en actividades formativas que fortalezcan la cultura ciudadana. Las autoridades, a su vez, pueden facilitar canales de comunicación y consulta para recoger opiniones y necesidades de la comunidad al diseñar los planes de movilidad.
En el contexto de Bogotá, la apropiación ciudadana de los espacios públicos y la vigilancia social sobre la implementación de políticas de tránsito también ayudan a garantizar que las soluciones propuestas respondan a las realidades locales y sean sostenibles a largo plazo. Así se construye una movilidad urbana que protege la vida y garantiza el desarrollo armónico de la ciudad.
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