En su texto para la revista, la periodista dice que fue ella quien le dio la noticia a la vicepresidenta cuando la llamó a pedir su reacción a la salida de una reunión:
“Me contestó desprevenida, después de dos llamadas. Le pregunté que si era cierto que un hermano suyo había sido condenado en Estados Unidos por traficar heroína. El tono le cambió inmediatamente. […] Naturalmente me di cuenta de que el mundo se le vino encima”.
Dávila asegura que es una verdad que ha atormentado a la funcionaria por 23 años y “terminó explotándole en la cara en el momento más importante de su carrera política”.
Luego, difundió la reacción de Ramírez: “La voz se le quebró y me dijo: ‘Sí, mi hermano Bernardo cometió esa estupidez’. De una vez inició su relato. La sentí sincera. Me confesó que muchas veces sintió el impulso de contarlo todo”.
Pero además, asegura la periodista, la vicepresidenta le contó otros detalles íntimos:
“Aseguró que lo que pasó acabó con sus padres. Que ellos nunca volvieron a ser felices y que desde entonces siempre vio llorar desconsolada a la mamá que jamás entendió por qué su hijo menor, criado igual que los demás, cayó en lo que cayó”.
Dávila asegura en su texto que al hablar la fórmula de Gobierno de Iván Duque transmitía que estaba “derrumbada, desesperada, pero liberada”, y que a su vez le costó decir que “desde entonces la relación no volvió a ser la misma con Bernardo, a pesar de tanto amor”.
La periodista asegura que la funcionaria “estaba llorando” y que le pidió hablar con su familia. Esa llamada, dice Dávila, fue el pasado jueves después de la revelación de La Nueva Prensa.
Más adelante cuenta que fue sincera con los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe antes de hacer parte de sus gobiernos, pero que no le contó al presidente Iván Duque.
La periodista reconoce que la vicepresidente se equivocó al no contar la verdad porque tenía “una obligación moral con su electorado”, pero aún así decidió enviarle un mensaje de aliento alabándola:
“A usted, vicepresidenta, le digo que siga adelante. Este país que ha perdonado a los peores delincuentes de nuestra historia no puede pedirle la renuncia a una mujer decente que se equivocó por amor a su familia y un miedo natural a sacrificar su sueño de servir a Colombia haciendo una política limpia como lo ha hecho”.
LO ÚLTIMO