En la casa de los Cornelio Cardona no encuentran paz desde el viernes pasado. Ese día su hija menor Julieth Girlesa Cornelio Cardona, de 29 años, fue asesinada por su expareja en una zona boscosa de Bello. El hombre, identificado como Jhoan Sebastián Hernández Arango, se presentó ante las autoridades, confesó el crimen y entregó las coordenadas del cuerpo sin vida de la mujer.

La paradoja es que hasta el cierre de esta edición se desconocía el paradero del hombre al que Julieth había denunciado hace año y medio por violencia intrafamiliar.

(Vea también: Millonaria recompensa en Bogotá por información de escabroso crimen de mujer en una maleta)

Pero eso no es todo: la Fiscalía había solicitado una medida de protección el 3 de febrero de 2022 para que la vida e integridad de esta mujer fuera protegida, pues en una denuncia reseñó que se encontraba en riesgo.

“Ella tenía la orden hace como un año. Pero no le dieron nada. Julieth decía que la ley no servía, que la iban a matar. ¿Qué hicieron? No hicieron nada. Esperaron a que la mataran. Las denuncias que hizo se perdieron”, dice Eliana Cardona, mamá de Julieth.

La mujer comparte los documentos de la Fiscalía que respaldan su versión. Sostiene que es inconcebible que las autoridades le perdieran el rastro a Hernández, luego de que se presentara y asumiera la responsabilidad de lo ocurrido. Ha trascendido que el hombre fue dejado en libertad en ese momento porque no se le sorprendió en flagrancia y, además, no había una denuncia en su contra. El reporte que Julieth hizo en vida y la solicitud de medida de protección de la Fiscalía debieron bastar para retenerlo, afirma Eliana.

Lee También

El sepelio de Julieth fue este domingo. Dejó un niño de 14 años. Dice su mamá que, desde ese día, tanto ella como su otra hija sienten miedo. Temen que Hernández aparezca en su camino y les haga daño. ¿Por qué?

“A mí me había amenazado. Decía que yo era una alcahueta”, cuenta Eliana. Ella, ayer lunes, se desplazó a la Fiscalía por recomendación de la Secretaría de las Mujeres para formular otra denuncia. También visitó las instalaciones del Icbf en búsqueda de la custodia de su nieto. “Él está muy callado, aunque juega con los primitos”.

La hija mayor de Eliana piensa en renunciar a su trabajo. Tiene miedo. En una fábrica de zapatos, ubicada en Aranjuez, trabajó hasta el viernes con Julieth y su mamá. Allí se separaron sobre las 4 de la tarde ese día. Las dos hermanas emprendieron camino a la estación Universidad.

En medio del trayecto, Hernández apareció y se llevó abrazada a Julieth. “Algo le debió haber dicho. Seguro la amenazó. Pero no imaginamos que fuera a cometer esa brutalidad”, dice Eliana.

Julieth y Hernández no estaban juntos desde hace un año y medio. Su relación duró cerca de trece años, pero se conocían desde que Julieth tenía 14. Cuenta la mamá de la víctima que la relación terminó el 20 de enero del año pasado, día en que Hernández habría violentado a su entonces pareja.

Vivían juntos, en Santa Cruz, al norte de Medellín. “Ese día me llamó. Me dijo que fuera por ella. Ese día me la estaba ahorcando, me la iba a matar”, dice Eliana.

Lee También

Por eso lo ocurrido el viernes le pareció del todo extraño. Comenzó a llamar a su hija. No contestaba. Luego lo hizo, pero no había buena señal. “Mandeme audios que no le entiendo nada”, le dijo su mamá. La llamada se cortó. Eliana insistió. Consiguió respuesta en las horas de la noche. El teléfono de su hija lo contestó Hernández. “’Ya se la maté’, me dijo. ‘Y la voy a matar a usted, por alcahueta’. Después me colgó”.

La familia se puso en contacto con las autoridades. Reportó lo ocurrido. Pero la búsqueda de Hernández no fue necesaria. Él se presentó luego ante la Policía y dijo que había matado a Julieth. “Primero dio las coordenadas mal”, cuenta la mamá de la víctima, “y luego se fue en una patrulla y mostró dónde la había dejado”.

El cuerpo de Julieth, quien al parecer fue asfixiada con una chaqueta, fue dejado en una zona boscosa a la altura de Zamora, a unos metros de la Medellín-Bogotá.

Tras relatar estos hechos, Eliana dice que no comprende por qué las autoridades dejaron a Hernández en libertad. “Él la seguía. Aunque no se podía acercar a ella aquí en Bello, lo hacía cuando se emborrachaba. La Policía no hacía nada. Él le decía que, si se conseguía a alguien, le cortaba un pie o una mano. La orden de protección, que no le dieron, tenía más de un año”, dice la mujer.

En dos documentos compartidos por la familia se evidencia la inacción de las instituciones en este caso. La Fiscalía remitió el 3 de febrero de 2022, a la Comisaría de Bello, un pedido de medidas de protección para Julieth. La razón: ella denunció ser víctima de violencia intrafamiliar por parte de Hernández. En su denuncia previa, la joven de 29 años alcanzó a relatar parte de lo que vivía.

“Resulta que mi pareja estuvo vigilándome por donde yo trabajo. Cuando estaba en las horas de desayuno y almuerzo me llamaba a decirme que era una ‘solapada hp’, que él me veía abrazándome con los compañeros”, se lee en uno de los formatos en el que la Fiscalía pide las medidas de protección. Y el testimonio escala, evidenciando acoso y un riesgo potencial para Julieth.

La misma solicitud de protección le fue compartida al brigadier Javier Josué Martín Gámez, entonces comandante de la Policía Metropolitana. En la misiva, firmada por el fiscal 21 local de la Unidad de Reacción Inmediata Norte, se pedían medidas de protección policiales para Julieth, “toda vez que fue víctima de violencia intrafamiliar por parte de su pareja Jhoan Sebastián Hernández Arango, y manifiesta que teme por su vida”.

Pero no pasó nada, dice Eliana. “Mi niña. Mi niña. Me la mató”. Ocurrió lo que Julieth proyectó: la ley no operó. Igual pasó con Érika Aponte Lugo, en un centro comercial de Bogotá, y Maryori Muñoz Sánchez, en un centro comercial del Aburrá sur. Cayeron a manos de sus exparejas, pese a haber denunciado y pedido protección. ¿Hasta cuándo cojeará la ruta que debe proteger la vida de las mujeres?