La osadía y desfachatez de los ladrones viene quedando manifiesta con sus andanzas en las estaciones y buses articulados de Transmilenio, como en el caso más reciente en el que, como hienas, golpearon brutalmente a una mujer, pero sus fechorías se están saliendo del sistema masivo de transporte público y ahora atacan con más frecuencia los buses alimentadores.

Usando tácticas que constituyen un verdadero desafío para las autoridades y que preocupan más a los inermes ciudadanos de Bogotá, los delincuentes campean por la ciudad como los bandoleros del lejano Oeste: a sus anchas y sin ningún control por parte de las autoridades, así la alcaldesa Claudia López y el presidente Gustavo Petro insistan en que la capital es la “ciudad menos violenta”.

(Le interesa: No duermen, desde las 3:00 a. m. hay colados en Transmilenio; pillados, por montón)

Un argumento de las autoridades es que se trata de la percepción de inseguridad de quienes soportan en las calles la permanente amenaza de los delincuentes. Pero no fue precisamente percepción lo que padecieron, este viernes por la noche, los pasajeros de un bus alimentador que cubría la ruta entre el Verbenal y el Portal del Norte.

Eran las 10:30 de la noche cuando el vehículo (alimentador 210) se desplazaba en el sentido oriente-occidente por la calle 183, a la altura de la carrea 20, y se disponía a subir el puente sobre la Autopista Norte para hacer la oreja frente al centro comercial Santa Fe y tomar después hacia el sur.

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En ese momento, “cuatro ladrones en dos motocicletas se le atravesaron al bus y lo detuvieron. Los parrilleros descendieron de las motos y empujaron la puerta de atrás del bus”, le contó a Pulzo una pasajera que iba sentada adelante en el vehículo de servicio público y vio aterrorizada todo lo que ocurrió.

“El conductor empezó a pitar porque, cuando a los alimentadores les abren las puertas, quedan bloqueados”, agregó la testigo a este medio. “Como el bus empezó a pitar, los pasajeros de adelante se alarmaron. ‘¿Qué está pasando?’, preguntaban. Yo jamás pensé que iban a robar. Creí que era una persona borracha que se atravesó con la moto”.

Mientras tanto, en la parte de atrás del bus, los dos delincuentes, empuñando cuchillos, robaron a dos jóvenes pasajeros. “Pretendían robarnos a todos. La gente se les lanzó encima a los ladrones para no dejarse robar. A patadas y puños los sacaron de alimentador”, añadió la testigo.

Sin embargo, todos temían que los otros dos sujetos que estaban aguardando en las motos también se subieran al alimentador.

Cometido el asalto, las dos motos emprendieron la fuga por entre las vacías y oscuras calles del norte de la ciudad. El conductor les dijo a los impresionados pasajeros que ya han puesto la queja. “Nosotros estamos cansados de quejarnos porque no estamos seguros en estos buses”, aseguró el conductor.

El asalto al bus no duro ni dos minutos, pero para los atemorizados pasajeros fue una eternidad. “A la comunidad misma le toca defenderse. ¡¿A qué va a venir la Policía?! Si la Policía ya perdió hasta la autoridad. Tiene más autoridad un malandro”, dijo la frustrada mujer.

También manifestaron su temor por que se aproxima el fin de año y los delincuentes se alborotan más. “Se va a poner peor porque viene diciembre”, dijo con desesperanza la mujer.

Otro conductor de alimentador que cubre las rutas en el sur le dijo también a Pulzo que esa modalidad de robo es frecuente en esa parte de la ciudad. Conclusión: no hay rincón de la capital en donde los ladrones no estén delinquiendo; no hay rincón de la ciudad donde los ciudadanos se sientan seguros.