Jesús Santrich’ cayó en una trampa tendida por agentes de la DEA para exportar, en alianza con el cartel de Sinaloa, 10 toneladas de droga, que tenían un valor en el mercado de Estados Unidos de más de 300 millones de dólares.

Otra pregunta que surge es si él actuaba solo o lo hacía por encargo de la organización, y hay más de ellos involucrados en la operación.

La revista Semana descarta el enriquecimiento personal como la principal razón, dado que ‘Santrich’ estaba a punto de convertirse en representante a la Cámara por el Atlántico, con un sueldo cercano a los 30 millones de pesos.

Por eso, plantea 3 hipótesis sobre qué buscaba hacer con los 15 millones de dólares que recibiría por el negocio:

  1. Financiar las actividades políticas del partido de las Farc;

  2. Armar las disidencias;

  3. Sostener un plan B para volver a la lucha armada en caso de que definitivamente se acabe el proceso de paz.

Semana no se detiene en analizar la primera hipótesis, pero aunque es ilegal es la menos problemática y preocupante, en especial porque críticos del proceso de paz ya han sugerido que el partido Farc será financiado con los bienes que no entregó el grupo guerrillero con su desmovilización.

Una tesis que no es descocada. De hecho, la propuesta de quitar 3 ceros al peso fue revivida por el Fiscal General como una forma de hacer perder valor a las caletas de las Farc, porque no podrán justificar esos recursos si pretenden cambiarlos por nuevos pesos. Bueno, eso suponiendo que hayan  caletas en pesos, y no en dólares, lingotes de oro e incluso cocaína.

Por esa razón son las otras hipótesis (el financiamiento de las disidencias y el plan B para rearmarse) las que más preocupación generan.

“Si Santrich… no buscaba el provecho individual, sino la viabilidad de continuar un proyecto colectivo armado… significaría que la Farc estaría regresando a una nueva forma de combinar formas de lucha, con una bancada de 10 miembros en el Congreso y grupos armados en el territorio”, dice Semana.

Si este es el escenario, las que han sido presentadas como disidencias de las Farc no serían tales, sino una retaguardia que podría ser útil en el momento en el que decidieran rearmarse como plan B.

Esta posibilidad ya ha sido denunciada por el candidato presidencial Germán Vargas Lleras, cuando fue interrogado sobre qué hará con la violencia narcontraficante, durante el Gran Debate del Pacífico.

Vargas no habló de disidencias sino de ‘retaguardia’ y planteó combatirlas con las armas.

“No es coincidencia que las disidencias de las Farc coincidan perfectamente con las zonas de mayor cultivo de coca y de mayor tránsito de la misma”, dijo.

Y continuó: “Hay que combatirlas. Hay que ver lo que está pasando en el Cauca, en el corredor Corinto-Santander [de Quilichao]-El Naya, todos en manos de las Farc. Hay que ver lo que está pasando en Tumaco con el famoso Guacho, a quien yo denuncié hace muchos meses, las Farc no pueden dejar una retaguardia narcomilitar que particularmente opera en el suroccidente de Colombia”.

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Hasta ahora, las disidencias “parecían ser fenómenos díscolos que defendían sus intereses mafiosos como rentistas del narcotráfico, la captura de Santrich obliga a repensar la posibilidad de que formen parte orgánica de un proyecto coordinado con las Farc”, dice Semana.