El riesgo, “que la oposición uribista tome las riendas del debate y convierta al Congreso en la arena para volver trizas la legitimidad del acuerdo, artículo por artículo”, dice la Revista Semana.

El pasado 17 de mayo, la Corte Constitucional tumbó 2 numerales del llamado acto legislativo 1 para la paz de 2016, que supuestamente garantizaban que los proyectos de ley y los actos legislativos que salieran del Congreso para desarrollar lo pactado con las Farc estuvieran en consonancia con lo firmado en el Acuerdo Final.

Uno de los numerales establecía que solo se podrían hacer modificaciones a los proyectos con el aval del Gobierno; el otro permitía votar las leyes en bloque, no artículo por artículo.

En el extremo de quienes creen que es una oportunidad por la legitimidad que introduce a los acuerdos está El Espectador, que además cree que demuestra que en Colombia operan los pesos y contrapesos y que Colombia no va inexorablemente hacia una dictadura ‘castrochavista’.

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En el mismo sentido opina el columnista de El Espectador Rodrigo Uprimny, que dice que la decisión de la Corte “desvirtúa la tesis de que el proceso de paz habría convertido a Colombia en una dictadura presidencial, semejante a la de Venezuela”.

Tanto Semana, como El Espectador y su columnista Uprimny coinciden en que la implementación de los acuerdos será ahora más lenta. El problema es si el Congreso estará a la altura histórica.

“Son entendibles los miedos que esto genera. Hemos visto cómo los congresistas han utilizado el proceso de paz para fines individualistas, amenazando con obstaculizar su implementación si el Gobierno no cumple con ciertos requisitos. También hay quienes en el parlamento celebrarían que todo este esfuerzo se perdiera y no se han cansado de obstaculizar cada propuesta”, dice El Espectador.

“(…) Los grupos políticos opuestos a la paz o escépticos frente a ella pueden usar la facultad de introducir cambios y de que se vote artículo por artículo para obstaculizar la aprobación de las reformas”, dice Uprimny. 

“Los debates que vendrán, más prolongados, seguramente no llegarán a decisiones distintas –la aprobación de los proyectos–, pero sí se prestarán para debates incendiarios, incluso demagógicos, de muchos congresistas que, en tiempos de campaña, pensarán más en su elección que en el país”, dice Semana.

El parte de tranquilidad para quienes están preocupados con lo que pueda salir del Congreso viene de la misma Corte: el Congreso no puede aprobar nada que vaya contra lo pactado en Cuba.