El sondeo estableció que, al parecer, el repunte que había tenido Iván Duque en el contexto de la pandemia del coronavirus, ya acabó y la imagen del mandatario se desinfló.

Ávila recuerda en su columna del diario español que en febrero la aprobación de Duque llegó a su punto más bajo con 23% de aprobación y 71% de desaprobación, pero en abril llegó al 52% de aprobación y 39% de desaprobación.

“Los datos de junio muestran los números, nuevamente, en rojo: con 52% de desaprobación y 41% de aprobación”, recoge Ávila, y enseguida da su concepto: “Todo parece indicar que el aumento de abril fue un fenómeno que se explica por la emergencia de la covid-19, es decir, era de tal magnitud la incertidumbre y la necesidad de buscar algún nivel de certeza que todos miraron al presidente Duque”.

Gustavo Petro

Artículo relacionado

“Irrespeto a reglas [como propone Petro] a menudo termina en tragedias [como el camión]”

Otra conclusión que saca Ávila de la encuesta de Invamer es que los ítems centrales de la propuesta de Gobierno “están en crisis”, como el de la lucha contra la corrupción. Según la encuesta, 85% de la población cree que se va empeorando y solo el 8% que se mejora en ese campo. “En materia de inseguridad, la bandera central del uribismo, la situación es complicada, el 80% considera que se está empeorando y el 12% que se mejora e igual pasa con la política exterior, la cual no sale bien evaluada por parte de los colombianos”, agrega Ávila.

A lo anterior se suma el caso de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, que en la encuesta tiene una opinión desfavorable del 49 % y una favorable del 29 %. “Como se sabe, ella ha estado envuelta […] en dos escándalos que la han puesto contra las cuerdas en la opinión pública y en el propio Gobierno. Esto significa que, de seguir así, el ejecutivo está en una crisis profunda con una imagen tanto del presidente, como de su vicepresidente, totalmente desgastada”, considera Ávila.

Por eso, sostiene que en este punto la pregunta es “qué van a hacer para detener la caída más aún a poco menos de dos años de las elecciones presidenciales y con un uribismo desesperado por no perder el poder”. La respuesta a esa pregunta, según Ávila, se conoció hace un par de semanas: “El Gobierno y el partido de Gobierno optarán por una salida populista con la intención de llegar bien posicionados al 2022”.

Jaime Fajardo Landaeta suma en El Tiempo una lista de razones que explicarían “el bajonazo en la popularidad presidencial”: los frecuentes escándalos en el entorno del gobierno y de las instituciones que lo rodean, como la ‘Ñeñepolítica’; la corrupción en varias entidades del Estado y la poca preocupación de Duque por hacer claridad en esos asuntos; y la insatisfacción de los trabajadores del sector salud que “no perciben que haya solución a los problemas que afrontan, incluidos los salariales”, pese a que “son notorios los esfuerzos de prevención y control de la pandemia”.

Álvaro Uribe y Eduardo Montealegre

Artículo relacionado

"Uribe es un criminal de guerra": Montealegre; el senador lo califica de "mañoso"

Añade también el imparable asesinato de líderes sociales y de desmovilizados “debido al resurgir del paramilitarismo, con la complacencia y apoyo de terratenientes y ganaderos”; los escándalos en las FF. MM. por delitos sexuales contra menores por parte de la tropa, “corrupción en su interior” y “falta de coherencia en una doctrina militar que parece que perdió sentido, en parte debido al legado de la seguridad democrática que sobrevaloró los triunfos sobre la guerrilla”.

A su lista, Fajardo Landaeta agrega que, según él, el Gobierno “es presionado por sectores del empresariado para que aplique medidas de tipo laboral que descarguen todo el peso de la recuperación de la crisis en los trabajadores”; y que Duque “cree que su plan de gobierno se reduce a atender la pandemia y a aparecer en televisión todas las tardes, olvidando que se requiere un accionar más integral, que abarque a todos los actores de la sociedad”.

En su columna de El País, de Cali, Gerardo Quintero remata asegurando que “el gobierno de Duque trastabilla en medio de las cada vez más repugnantes cercanías del narcotraficante asesinado alias Ñeñe Hernández con su campaña. La relación que éste tenía con fichas claves del partido de gobierno y las fotos departiendo con Duque dejan demasiados interrogantes. Los colombianos, sin distingos políticos, deberíamos exigir que se aclaren estos hechos y se investiguen a fondo, es lo que tendría que ocurrir en un país serio”.