Entre quienes, sin restarle gravedad a las acciones de Merlano, la sitúan en medio de un entramado de poderes superiores a ella que la instrumentalizaron políticamente y que la usaron sexualmente en el contexto machista de los costeños está, por ejemplo, la columnista Gloria H., de El País, de Cali.

También la periodista Eva Durán, que salió en defensa de Merlano y escribió elogiándola porque “ella fue una niña humilde […] que fue encandilada en su inocencia infantil por las luces del poder, los elogios y la fama fácil, para luego ser sacrificada como cordero ritual sin derecho a la mínima defensa”.

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Por eso, Brieva advierte en su columna que “se necesita […] que la sociedad eleve los estándares de rechazo a la compraventa del voto”, y eso implica “confrontar la elasticidad moral que ha ganado terreno en Colombia y que se ha expresado en las muestras de solidaridad con Merlano, a quien muchos ven como la ‘pobrecita que clavaron, mientras montones de políticos bandidos compran votos’”.

“Pues no”, dice, enfático, el columnista. “Merlano, como cualquier político hampón, merece repudio y castigo por la compra de votos”, y recuerda que la hoy prófuga comenzó su “carrera delictiva” en los “escuadrones de mochileros y mochileras”, que son esas estructuras al servicio de los políticos encargadas de preparar el terreno para la compra y venta de votos en época de elecciones.

Aída Merlano

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Esos mochileros “han depravado la democracia”, lamenta Brieva, y agrega que fueron creados por “los agentes más envilecidos de los partidos políticos […] para ganar las elecciones y usufructuar el presupuesto y la burocracia del poder público”.

Con todo, Brieva coincide con Gloria H. y con Durán en la idea de que Merlano, “administrando bien su belleza y su habilidad trepadora, logró ser diputada, representante y senadora y, de paso, acumuló un significativo patrimonio. Nada mal para una mujer que nació en un entorno social sin abolengos”.

A la victimización de Merlano contribuye la desproporcionada acción de la Fiscalía contra su hija, Aída Victoria Merlano Manzaneda, que a la postre dio con la decisión de la juez de dejarla en libertad.

El editorial de El Heraldo se manifiesta en la misma línea de Brieva y llama la atención sobre “la irrupción de cierta corriente de pensamiento que pretende presentar a […] Merlano como una víctima, como una ‘muñeca rota’ que fue utilizada por hombres despiadados y corruptos”.

“Este tipo de planteamientos, que asumen a la mujer como un sujeto pasivo sin capacidad de discernimiento, lo que consigue […], de modo involuntario, es apuntalar el machismo que tanto daño hace a nuestras sociedades”, dice el diario barranquillero.

“No: Aida Merlano no es ninguna víctima”, agrega el diario de la ciudad de donde es oriunda y en donde delinquió Merlano. “Actuó con plena conciencia de sus actos y hoy está condenada a 15 años por compra de votos”, añade, y también concede: “Es posible que la propia dinámica machista la obligó, como a tantas mujeres, a recurrir a ‘armas femeninas’ para abrirse paso en la vida. Pero ese es otro tema, sin duda importante para el debate, pero que no la exonera de los delitos cometidos”.