En medio de la devastación, los equipos de rescate en Turquía y el norte de Siria luchaban este martes contra el reloj y el frío para buscar entre los escombros a supervivientes del violento sismo del lunes, cuyo balance ya superó los 5.000 muertos.
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La ayuda internacional debe empezar a llegar este mismo martes a las zonas castigadas por el terremoto y sus réplicas. La primera sacudida, en la madrugada del lunes, alcanzó una magnitud 7,8 grados en la escala de Richter y se sintió también en Líbano, Chipre y el norte de Irak, y hasta en Groenlandia.
En Turquía, el número de muertos se elevó a 3.419 y 20.534 heridas, declaró el martes el vicepresidente Fuat Oktay. En Siria, al menos 1.602 personas fallecieron y 3.640 resultaron heridas, según los balances de las autoridades de Damasco y de los equipos de rescate de las zonas rebeldes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que temía lo peor, y el lunes, cuando el cómputo de muertos se situaba en alrededor de 2.600 personas, auguró un balance “ocho veces más elevado”.
Durante el lunes, se registraron hasta 185 réplicas, además de las dos sacudidas principales: una de 7,8 en medio de la noche y la otra de magnitud 7,5 al mediodía. Las réplicas continuaron durante la madrugada del martes. La más fuerte, de magnitud 5,5, ocurrió a las 6:13 locales (9:13 de la noche del lunes hora colombiana) a 9 km al sureste de Gölbasi (sur).
A veces con las manos desnudas, los socorristas continuaron la dramática búsqueda de sobrevivientes durante la noche, desafiando el frío, la lluvia o la nieve y el riesgo de nuevos derrumbes.
En Hatay, en el sur de Turquía, rescataron con vida a una niña de 7 años que había quedado bloqueada bajo una montaña de escombros. “¿Dónde está mi madre?”, dijo la pequeña, con su piyama rosa manchada de polvo, en brazos de un socorrista.
Las malas condiciones meteorológicas en la región de Anatolia (península donde se sitúa Turquía) complican las labores de rescate y ensombrecen las perspectivas de los supervivientes, que se calientan en tiendas o en hogueras improvisadas.
Las autoridades turcas habilitaron gimnasios, escuelas y mezquitas para albergar a los supervivientes. Pero por temor a nuevos sismos, muchos habitantes prefirieron pasar la noche al raso. “Todo el mundo tiene miedo”, aseguraba en Sanliurfa (sureste de Turquía) Mustafa Koyuncu, un hombre de 55 años que pasó la noche con su mujer y sus cinco niños en el coche familiar.
Terremoto podría afectar a 23 millones de personas
“Los mapas muestran que 23 millones de personas están expuestas, incluyendo cinco millones de personas vulnerables”, afirmó una responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Adelheid Marschang, ante el consejo ejecutivo de esta agencia de la ONU.
“La OMS conoce la fuerte capacidad de respuesta de Turquía y considera que las principales necesidades sin satisfacer podrían situarse en Siria, en lo inmediato y a medio plazo”, añadió.
“El envío de ayuda por la frontera hacia el nordeste de Siria podría estar o ya estar maltrecho debido a los daños causados por el terremoto. Eso ya es en sí una enorme crisis”, insistió Marschang.
El secretario general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió, por su parte, de la urgencia de la situación.
“Ahora es una carrera contrarreloj. Cada minuto que pasa, cada hora que pasa, las posibilidades de encontrar supervivientes disminuyen”, insistió, precisando que enviarán “tres vuelos chárter a los dos países” con material médico, incluidos lotes quirúrgicos, desde la plataforma de logística humanitaria de Dubái.
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