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La Universidad de La Habana acogió un concierto gratuito de su trovador más popular, que a sus 78 años quiere seguir llevando la utopía a los jóvenes latinoamericanos. Tras su comienzo por Cuba, la gira continuará por Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia.
Una familia camina por la calle. La hija habla por videollamada y muestra la multitud. Los padres se asoman y saludan a su otra hija. “Vamos a ver a Silvio”, dice la joven. “Mira que pila de juventud”, apunta el padre. “¿Te acuerdas de La Habana?”, pregunta la madre.
Llegan a la escalinata de la Universidad de La Habana y se adentran entre el público. Ochenta y ocho escalones ocupados por miles de jóvenes, hasta llegar a un escenario donde el trovador Silvio Rodríguez inicia su gira latinoamericana a sus 78 años. Desde abajo de las escaleras, pone la mirada hacia las alturas, al conocimiento que representa la universidad, pero también a esa utópica esperanza que le han devuelto los jóvenes.




“En esta ocasión, pedí permiso para hacerlo en la Universidad porque recientemente vi actitudes muy positivas de la juventud universitaria, de la FEU [Federación Estudiantil Universitaria], con respecto a los problemas de la telefonía”, dijo el cantautor cubano en un vídeo de Instagram para promocionar el concierto, haciendo referencia al malestar expresado por los jóvenes ante el alza de las tarifas en mayo.
“Silvio es infinito”
Y la juventud ha respondido al llamado. Camila, recién graduada en diseño, dice que es el tipo de conciertos a los que se debe asistir. “Silvio es de otra generación, pero entiende a los más jóvenes, lo que queremos, nuestros deseos, y está en sintonía con nosotros. Por eso Silvio es infinito”, una grandeza que, para Adrián, graduado de la Escuela Nacional de Música, está en el olimpo cubano: “Está José Martí en la época de la colonización y en la época moderna está Silvio Rodríguez”.
No es casualidad, por tanto, que inicie el concierto con el considerado ‘Apóstol de la Independencia’. “Ser culto es el único modo de ser libre, pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”, reza un poema de Martí que despierta una sonada ovación entre el público.
Sentado en su silla, guitarra en mano, con una gorra que dice “Aprendiz”, escoltado por siete músicos y una voz acompañante, inicia el concierto entre jaleos. De fondo, en una pantalla, aparece la bandera cubana. “Silvio Rodríguez es un ícono de cubanía, de dignidad y de patriota en el sentido más amplio de la palabra”, cuenta antes del concierto Leannelis Cárdenas, directora del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, musicóloga y cantante, a France 24.
“Leía en el libro ‘La Canción a Cinco Voces’ que el movimiento de la nueva trova se proponía hacer una música pensante que elevara los valores intelectuales y morales del público y del ser humano. Entonces, qué bonito, que en pleno 2025, con la globalización de la información, con géneros musicales que no están en total consonancia con los valores a preservar, qué bonito, qué poético, que Silvio Rodríguez pueda pararse y ofrecer un concierto gratuito”, completa Cárdenas.
Desde 2010, Silvio ha ofrecido más de 100 conciertos gratuitos en distintos barrios de La Habana, incluso en cárceles. Tampoco es la primera vez que actúa en la escalinata de la Universidad de La Habana; la última ocasión fue hace 20 años. Además, es habitual que al inicio o al final de sus giras latinoamericanas ofrezca un concierto a los cubanos. En esta ocasión, es el primer paso antes de viajar a Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia para presentar su disco de 2024, ‘Quisiera Saber’.
Himnos de varias generaciones
Con el arranque, el ambiente se relaja, aun con la mente dividida entre las preocupaciones diarias y el presente del concierto. Son conscientes de que la noche será larga y habrá tiempo para cantar los himnos que, más que a una generación, pertenecen al país. Pero entre las canciones más recientes hay un momento que despierta aplausos, coros y un ambiente de reivindicación. ‘Para botar el sofá’ es considerada la canción editorial del disco, con versos como ‘la juventud se fuga en masa (…) no quiero que vicios y dogmas dispongan en mi corazón’ y con mensajes de esperanza y reconciliación: ‘para pronunciar el nosotros, para completar la unidad habrá que contar con el otro (…) la vara cada vez más alta invita a volar y seguir’,
El compromiso de Silvio Rodríguez con la Revolución cubana, iniciada en 1959 por Fidel Castro, ha ido acompañado de reflexión y crítica a lo largo de toda su carrera. En esta ocasión, lo ha hecho frente a los jóvenes, pero también frente al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, que está entre el público en las escalinatas universitarias.
Después de presentar su último álbum, llega el momento de una práctica habitual en sus conciertos: cantar canciones de sus colegas de la nueva trova, comenzando a calentar las gargantas para lo que vendrá al final del concierto. ‘Créeme’, de Vicente Feliu, ‘Te Perdono’, de Noel Nicola, o ‘Yolanda’, de Pablo Milanés. En ese intermedio sobresale alguna voz madura, no desafinada, pero sí desubicada entre tanto joven.
“Silvio no tiene ni que llamar a la juventud. Cuando se sabe que hay concierto, todos acuden”, dice Alexis, diplomático de 63 años, rodeado de jóvenes junto a su amigo Miguel, también diplomático y de 60 años. “Mis hijas tienen diferentes edades y todas conocen la obra de Silvio de memoria. Cuando algún día no ponemos sus canciones, ellas nos las piden”.
Este intermedio en su discografía culmina con dos momentos emotivos: la canción ‘Más porvenir’, compuesta para José Mujica, en sus últimos días de vida; y, tras vestir una kufiya palestina, la lectura del poema ‘Halt’ de Luis Rogelio Nogueras, escrito en 1979, con un mensaje final dirigido al pueblo israelí: “’Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”.
‘¡Viva Cuba!’
Con la llegada de la noche y el concierto entrando en el clímax, las cabezas ya no recuerdan las dificultades diarias, sino que están plenamente concentradas en Silvio y su utopía. Es en ese tramo final, cuando aparecen los clásicos y se escuchan cada vez más los vítores de ‘Silvio, Silvio’ o ‘¡Viva Cuba!’, y al cantar las letras aumenta la intensidad en palabras clave para los jóvenes soñadores como ‘corazón’, ‘esperanza’ y ‘amor’.
Los bises llenan la escalinata con ‘Ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta’ pasando por ‘¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?’ y hasta el tan necio ‘Yo me muero como viví’.
Y entre estas imprescindibles se cuela una sorpresa: ‘Cualquiera que nace en Cuba’, que también dará nombre a su próximo álbum y es una celebración de la identidad cubana. Una muestra de patriotismo que termina con el público entregado, coreando ‘gracias, Silvio’.
Antes de irse, pronuncia unas últimas palabras que, al igual que sus letras, son poliédricas. “Los que estáis lejos, os sentís cerca”, un mensaje que sirve tanto para quienes están en el escalón ochenta y ocho, como para esa chica cuya familia no quería que faltara a la cita, aunque fuera por videollamada. Porque sí, le respondió a la madre, todavía se acuerda de La Habana. Y Silvio también.
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