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La victoria de Rodrigo Paz en Bolivia marca el fin de dos décadas de gobiernos de izquierda y abre una nueva etapa para un país enfrentado a una fuerte crisis económica. Parte de la comunidad internacional, en particular Estados Unidos y países latinoamericanos alineados con la Administración Trump, celebraron el cambio y ofrecieron respaldo, mientras Paz promete una administración orientada a estabilizar la economía.
Las elecciones marcaron un hito en Bolivia, poniendo fin a 20 años de gobiernos de izquierda encabezados por el Movimiento al Socialismo (MAS). Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, se impuso en la segunda vuelta de la contienda presidencial y se prepara para asumir la presidencia el próximo 8 de noviembre.
Su triunfo fue saludado con entusiasmo por varios países de América Latina, y sobre todo por Estados Unidos, que espera en este cambio una oportunidad para apoyar la estabilización económica de un gobierno que se pueda realinear con Washington.
Sin embargo, el camino para Paz estará lleno de desafíos: la inflación supera el 18 %, y el país andino sigue enfrentando una crisis de combustible y una escasez de dólares.




Respaldo de Washington y países latinoamericanos alineados a Estados Unidos
Los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Trinidad y Tobago, gobiernos principalmente de derecha y alineados con Washington, felicitaron a Paz por su victoria en las urnas.
En una declaración conjunta difundida por el Departamento de Estado de Estados Unidos, los países manifestaron su disposición para apoyar la administración entrante en su objetivo de estabilizar la economía, impulsar la inversión internacional y profundizar el compromiso con socios regionales y globales.
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Pero es sobre todo con Estados Unidos que el nuevo mandatario boliviano buscará reforzar las relaciones bilaterales. La Paz y Washington mantuvieron por años vínculos tensos bajo el MAS. La Casa Blanca, a través del secretario de Estado Marco Rubio, señaló que la victoria de Paz abre una “oportunidad transformadora” para trabajar conjuntamente en temas de inversión, migración y seguridad. La proximidad con Washington se traduce en una promesa concreta de apoyo para superar la escasez de combustibles que afecta al país.
Por su lado, el presidente español Pedro Sánchez reafirmó su compromiso con Bolivia, destacando el deseo de fortalecer relaciones basadas en la cooperación. En contraste con la diplomacia de izquierdas de Evo Morales, centrada en alianzas con potencias emergentes como China y Rusia, la nueva administración boliviana (derechista y de carácter liberal) apuesta por diversificar sus socios y atraer capital extranjero para reactivar la economía.
A notar que en relación con el Fondo Monetario Internacional, Paz rechazó en campaña un rescate, dada la fuerte oposición social a la institución. Sin embargo, inversionistas y agencias estadounidenses como Fitch Ratings tienden a recomendar un acuerdo sobre un programa del FMI.
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Una crisis profunda
Rodrigo Paz Pereira recibirá un país en crisis profunda donde la ayuda internacional es esencial. De aquel “milagro boliviano” bajo el expresidente Evo Morales (2006-2019) queda muy poco. Con un déficit fiscal cercano al 10% del PIB y una escasez de divisas que impacta la importación de combustibles, en un país que compra en mercados internacionales cerca del 70% de sus hidrocarburos, Bolivia enfrenta su primera recesión en casi medio siglo.
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El líder del equipo económico de Paz, José Gabriel Espinoza, dijo a la agencia AP que los subsidios directos en efectivo para los sectores más pobres todavía son financieramente viables, como una forma de amortiguar el impacto de eliminar las costosas subvenciones a los combustibles del país.
Espinoza afirmó que el Congreso ya aprobó un préstamo de 3.500 millones de dólares que se desembolsará en los próximos meses, y que Paz está gestionando otros 600 millones para equilibrar las finanzas durante los primeros 60 días de su presidencia.
Bolivia, un tradicional exportador de gas natural en la región, disfrutó de la bonanza económica en la última década gracias a los altos precios de las materias primas. Tras la llegada de Evo Morales al poder en 2006, el gobierno nacionalizó la industria de hidrocarburos y Morales utilizó el enorme flujo de dinero para reducir la pobreza, ampliar la clase media y construir carreteras.
Los ingresos de Bolivia se triplicaron, aunque el país descuidó su producto estrella: la industria de hidrocarburos se estancó por falta de inversión y el país pasó de exportador a importador en 2022, según el Instituto Nacional de Estadística. El auge de los precios de las materias primas terminó en 2014 y Bolivia comenzó a comerse sus ahorros, una situación que empeoró tras la pandemia y dejó al país casi sin reservas.
Con EFE, AP, Reuters y medios
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