Estados Unidos y China, inmersos en un pulso geopolítico global, protagonizaron un nuevo enfrentamiento en torno a la pandemia que golpea al mundo, mientras se realizaba el megaconcierto ‘One World: Together At Home’.

El director del laboratorio de máxima seguridad de la ciudad china de Wuhan –señalado por medios de comunicación estadounidenses de ser la fuente del nuevo coronavirus– rechazó enérgicamente el sábado esas acusaciones. 

“Es imposible que este virus venga de nosotros”, declaró en una entrevista con medios de comunicación públicos Yuan Zhiming.

Situado entre las colinas que rodean la ciudad china de Wuhan, donde surgió el nuevo coronavirus, este laboratorio de biotecnología chino se ha convertido en el centro de una controversia mundial.

Según los científicos chinos, el virus pudo haber pasado de un animal al hombre en un mercado que vendía animales vivos en Wuhan. Pero la existencia de este laboratorio alienta las especulaciones de que el virus salió de ahí.

Según el Washington Post, la embajada de Estados Unidos en Pekín, después de varias visitas al instituto, alertó en 2018 a las autoridades estadounidenses de medidas de seguridad aparentemente insuficientes en un laboratorio que estudiaba coronavirus procedentes de murciélagos.

Lee También

Horas antes del desmentido, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había arremetido nuevamente contra China y advirtió que este país podría enfrentar “consecuencias” si fue “intencionadamente responsable” de la propagación del virus que se originó en Wuhan en diciembre.

Y este mismo domingo, Australia pidió por su lado una investigación independiente de la respuesta mundial a la pandemia de COVID-19, incluida la gestión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la crisis.

La ministra de Relaciones Exteriores, Marise Payne, dijo que su país “insistirá” en una investigación que abarque la respuesta de China frente al brote de COVID-19 surgido en Wuhan.

“Necesitamos que una investigación independiente identifique todo lo que necesitamos saber sobre la génesis del virus, los enfoques de su gestión y que establezca la transparencia con la que se compartió la información”, dijo a la cadena pública ABC.

Según el último balance establecido este domingo a las 11hH00 GMT por la AFP con datos de fuentes oficiales, la pandemia del nuevo coronavirus ha causado la muerte de 160.502 personas en el mundo –de ellas, cerca de dos tercios en Europa– y 2.331.318 infectados. 

Europa con 101.398 muertos y 1.151.820 casos registrados es el continente más golpeado. Estados Unidos por su parte es el país más afectado con 39.090 muertos, seguido por Italia (23.227), España (20.453), Francia (19.323) y Reino Unido (15.464).

En medio de la epidemia, más de 260 millones de cristianos ortodoxos celebraban este domingo la Pascua en unas condiciones excepcionales, pues las autoridades pidieron a la gente que se quede en casa, aunque en algunas zonas prevén celebrar la fiesta con normalidad.

En un discurso televisado, el Patriarca ruso Kirill destacó “la terrible enfermedad que ha tocado a nuestra gente”. La iglesia está vacía pero “estamos juntos, una gran familia de creyentes ortodoxos”, dijo Kirill. 

Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, no acudió a un servicio como de costumbre, sino que visitó una capilla en su residencia en las afueras de Moscú.

Los ortodoxos, que constituyen la tercera rama más importante del cristianismo en número de creyentes, celebran este año la resurrección de Cristo una semana después de los católicos y los protestantes, que tienen otro calendario.

En fin, en América Latina, la crisis sanitaria amenaza con pasar una pesada factura y borrar los avances de los últimos años. La región registra al menos 4.915 fallecidos y 98.202 casos positivos.

Más de un millar y medio de migrantes irregulares que iban camino a Estados Unidos quedaron varados por la pandemia del nuevo coronavirus en una zona selvática de Panamá, donde esperan hacinados la apertura de fronteras para continuar su marcha.

En una atmósfera de humedad asfixiante, cerca de 1.700 personas -en su mayoría provenientes de Latinoamérica- conviven aglomeradas en La Peñita, una localidad indígena ubicada en Darién, en la frontera con Colombia. A este punto remoto también ha llegado la COVID-19, con contagios entre los migrantes y habitantes del lugar.