La decisión reciente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) de sumar a Francia y Reino Unido, junto con otros ocho países, al respaldo para el reconocimiento del Estado palestino marca un punto de inflexión en la diplomacia global. Con este paso, ya suman 157 los Estados que apoyan formalmente el reconocimiento de Palestina, ahora incluyendo a dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Según datos y reportes de la propia ONU, este cambio refleja una alteración profunda en el tradicional equilibrio de poder y posicionamientos frente al conflicto israelo-palestino, mostrando una inclinación internacional hacia la solución de dos Estados.
Este avance diplomático, sin embargo, se da en un contexto de gran polarización internacional. Por un lado, la mayoría de los países miembros de la ONU defienden el reconocimiento como requisito indispensable para la paz. Por otro, Estados Unidos e Israel, respaldados por aliados como Alemania y Japón, insisten en que tal reconocimiento unilateral podría reforzar a Hamás y desalentar negociaciones directas. Ejemplo de ello fue la intervención del expresidente estadounidense Donald Trump ante la Asamblea, en la que tachó este respaldo como una legitimación de grupos calificados como “terroristas” tras los ataques del 7 de octubre de 2023, condicionando cualquier avance a la liberación de rehenes y al cese de las hostilidades.
Francia y Reino Unido, tradicionalmente aliados de Israel y reacios al reconocimiento palestino sin un acuerdo conjunto, han cambiado de postura de manera histórica. Según declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron, la decisión responde al deseo de garantizar los derechos legítimos del pueblo palestino sin debilitar a Israel, e incluso como una estrategia para combatir tanto al grupo Hamás como al antisemitismo. El secretario general de la ONU, António Guterres, respalda este giro, considerándolo un derecho inalienable y una necesidad para la estabilidad regional.
No obstante, la cuestión humanitaria sigue siendo el telón de fondo más dramático. Informes de Naciones Unidas y organizaciones internacionales de derechos humanos indican que, desde octubre de 2023, la ofensiva sobre Gaza ha dejado más de 65,000 muertos, incluyendo alrededor de 19,000 niños. El acceso humanitario se ve severamente restringido, propiciando condiciones próximas a una hambruna generalizada, una situación que, según expertos citados, podría estar mucho peor incluso de lo que reflejan los datos actuales.




En el plano jurídico y político, es importante resaltar que el reconocimiento internacional no constituye, por sí solo, la creación efectiva de un Estado; faltan elementos prácticos como un territorio consolidado y un gobierno con control real. Sin embargo, como explica el académico Romain Le Boeuf, este reconocimiento mejora la legitimidad de Palestina y su posición frente a organismos multilaterales. Por su parte, el jurista Philippe Sands sostiene que esta medida redefine el equilibrio ante el derecho internacional, situando a Israel y Palestina en condiciones de igualdad legal, lo que podría facilitar un futuro diálogo para alcanzar la paz.
La evolución del reconocimiento de Palestina ha estado marcada por varios momentos clave: desde la declaración unilateral palestina en 1988 y el temprano respaldo de países como Argelia, pasando por las olas de reconocimiento de 2010 y 2011, hasta la coyuntura actual empujada por la guerra en Gaza desde 2023. Este nuevo contexto ha obligado a potencias como Reino Unido y Canadá a reconsiderar posturas, aunque algunos países europeos como Alemania continúan oponiéndose a este reconocimiento.
El renovado apoyo internacional a Palestina representa tanto una oportunidad como un desafío: si bien podría sentar bases para una nueva dinámica de negociación, también revela los límites de la presión diplomática en un contexto de violencia persistente y crisis humana. Lograr que la legitimidad simbolizada en el reconocimiento se traduzca en avances tangibles hacia la paz requerirá, según plantea la información disponible, de un compromiso sostenido, equilibrando la legalidad internacional con la urgencia de los derechos humanos y las realidades políticas sobre el terreno.
¿Por qué Estados Unidos y sus aliados se oponen al reconocimiento unilateral de Palestina? Esta pregunta resulta fundamental, ya que el respaldo estadounidense y de países aliados al status quo responde a preocupaciones sobre seguridad regional, así como al temor de que un reconocimiento sin negociación directa fortalezca a grupos extremistas y debilite cualquier proceso de diálogo. Según lo expresado en la Asamblea, Estados Unidos condiciona cualquier reconocimiento oficial a garantías como la liberación de rehenes y el cese de la violencia, postura que ha marcado históricamente la política exterior del país respecto al conflicto israelo-palestino.
Además, este rechazo se articula como una estrategia para sostener la influencia de Estados Unidos y sus aliados en la región y mantener la presión sobre todos los actores para buscar una negociación bilateral. La resistencia de otros aliados, como Alemania o Japón, da cuenta de la complejidad que envuelve cualquier cambio de postura relacionada con uno de los conflictos más persistentes del mundo.
¿Qué consecuencias prácticas tiene el reconocimiento simbólico de Palestina por parte de la ONU? Entender el alcance de este reconocimiento es crucial: en términos prácticos, no significa que Palestina obtenga funciones plenas de Estado soberano inmediato. La Organización de las Naciones Unidas otorga un estatus simbólico que eleva la causa palestina ante la comunidad internacional, permitiendo mayor participación y visibilidad en organismos multilaterales y en el debate legal global, como explican los académicos citados en el artículo.
Sin embargo, la falta de elementos como un territorio único y un gobierno completamente funcional limita el impacto de este reconocimiento en el escenario real. El principal efecto es, por ahora, diplomático y político; si esto puede traducirse en avances concretos hacia una paz duradera dependerá del compromiso sostenido de la comunidad internacional y del desarrollo de condiciones favorables sobre el terreno.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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