Los despojos fueron encontrados en una vieja iglesia en la ciudad turca de Demre (antes conocida como Myra), en la provincia de Antalya, que, según la tradición, es el lugar en el que nació el obispo en el siglo IV antes de Cristo, informa The Telegraph.

Cemil Karabayram, jefe de la Autoridad de Monumentos de Antalya, cuenta que el lugar fue hallado cuando se hacían inspecciones electrónicas en la zona y vieron que había espacios debajo de la iglesia.

“Creemos que esta tumba no está dañada, pero es muy difícil llegar a ella porque hay mosaicos en el piso”, dijo.

Tumba de San Nicolás
Los expertos aseguran que la tumba que se dice es de San Nicolás, en realidad es de un sacerdote desconocido. / Getty Images

A pesar de la dificultad que implica llegar a los despojos del santo, el experto se muestra optimista y asegura que han obtenido “muy buenos resultados”, pero que el trabajo “verdadero empieza ahora”. Sin embargo, la labor tomará tiempo, ya que hay varias piedras en el lugar que deben ser conservadas debido a su valor histórico.

El artículo continúa abajo

Según The Guardian, el descubrimiento derrumbaría la versión de la historia que se ha manejado hasta hoy, que cuenta que los restos de San Nicolás fueron contrabandeados por marineros, que los llevaron hasta la ciudad italiana de Bari, donde todavía hay una basílica de San Nicolás.

Pero basados en documentos obtenidos recientemente, arqueólogos turcos creen que los restos trasladados eran de un sacerdote local, y no del santo, cuyos despojos, como ya se dijo, estarían en la antiquísima iglesia turca.

Vale la pena recordar que San Nicolás se convirtió en Santa Claus (o Papá Noel) cuando, según la tradición holandesa del siglo XVII, el obispo era retratado con barba blanca y una bolsa con regalos para niños. Los holandeses, al fundar en Norteamérica Nueva Ámsterdam (posteriormente Nueva York), se llevaron la tradición, y el nombre original del personaje, Sinterklass, se fue deformando hasta llegar a Santa Claus, explica Clarín.

Ya luego, en el siglo XIX, escritores y diseñadores empezaron a formar la figura del viejito bonachón de traje rojo y barba blanca que les deja los regalos a los niños en sus casas, luego de entrar por la chimenea.