Corría el año de 1922 y el físico nacido en Alemania, famoso por su teoría de la relatividad, se encontraba de gira por Japón, ofreciendo conferencias.

En esa época le habían informado que iba a ser galardonado con el premio Nobel de Física, y su fama, más allá de los círculos científicos, iba en aumento.

Un mensajero japonés llegó al Hotel Imperial de Tokio para darle un recado a Einstein. O el mensajero se negó a aceptar una propina, siguiendo las costumbres locales, o el físico no tenía cambio para darle.

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En cualquier caso, Einstein no quiso que el hombre se fuera con las manos vacías, así que le escribió dos notas a mano en alemán.

“Quizás si tienes suerte estas notas acaben siendo mucho más valiosas que una simple propina”, le dijo Einstein al empleado del hotel. Así lo aseguró un familiar del mensajero, que se desempeña como vendedor en Hamburgo (Alemania).

Una de las notas, escrita en un folio con el membrete del Hotel Imperial de Tokio, afirma que “una vida sencilla y tranquila aporta más alegría que la búsqueda del éxito en un desasosiego constante”.

La otra, en una hoja de papel, dice simplemente: “donde hay un deseo, hay un camino”.

AFP.

Resulta imposible saber si las notas eran una reflexión del físico acerca de su propia fama, dijo Roni Grosz, el archivista a cargo de la mayor colección de Einstein del mundo, en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Aunque las notas, hasta el momento desconocidas por los investigadores, carecen de valor científico, podrían arrojar algo de luz sobre los pensamientos íntimos del físico, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de genio, según Grosz.

“Lo que estamos haciendo aquí es pintar el retrato de Einstein -el hombre, el científico, su efecto en el mundo- a través de sus escritos”, indicó Grosz. Agregó que “esto es una piedra del mosaico”.

Las dos notas saldrán a la venta el martes en la casa de subastas Winner de Jerusalén, junto con otros artículos, incluyendo dos cartas que Einstein escribió años después.

AFP.