La madre se aproximó con la intención de llevarse al niño a su sitio pero no pudo y explicó al pontífice que eran argentinos y que el niño tenía un grave autismo que le impedía hablar. Francisco le dijo que lo dejase jugar allí.

El papa se giró hacia el prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo Georg Gaenswein, y le dijo sonriendo: “Es argentino… indisciplinado”.

Durante varios minutos, el niño correteó libre por el escenario e incluso su hermana pequeña también subió para intentar, sin éxito, devolverlo a su sitio.

Luego el papa, durante los saludos a los fieles de lengua española, explicó que el niño no podía hablar, que era mudo, pero “sabe comunicarse y expresarse” y que era “libre” y bromeó: “indisciplinadamente libre”.

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“Pero es libre y esto me ha hecho pensar ¿Soy yo libre? ¿Soy yo libre ante Dios? Ante Dios, todos tendríamos que tener la libertad de un niño delante de su padre“, agregó el sumo pontífice.

A la salida de la audiencia, los padres del niño explicaron a los medios, entre risas, que la acción del niño “no estaba programada” y que es “una de esas cosas hermosas que regala Dios”.