Terminó una larga, penosa e inconciliable batalla judicial entablada por dos padres contra el sistema de salud del Reino Unido.

Los tratamientos que mantenían con vida al niño Archie Battersbee desde abril cesaron después de que sus padres, Hollie Dance y Paul Battersbee, vieran rechazados todos sus recursos ante las cortes británicas y europea, para impedir el cese de los tratamientos y lograr el traslado del niño a un establecimiento de cuidados paliativos.

“Archie falleció a las 12:15 de hoy” (6:00 A.M., hora colombiana), informó por televisión su madre, Hollie Dance. “Luchó hasta el final”, agregó, rompiendo a llorar y declarándose “orgullosa de ser su mamá”.

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Archie Battersbee fue hallado en abril inconsciente, con señales de haberse colocado una ligadura en el cuello, probablemente como parte de un desafío por internet.

La justicia británica autorizó a mediados de julio al hospital a poner fin a sus soportes vitales, que incluían la ventilación mecánica en combinación con medicamentos. Los médicos sostenían que su caso no tenía esperanza y que esto justificaba esa decisión.

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Pero sus padres, apoyados por una organización cristiana, multiplicaron los recursos judiciales. El hospital fue “muy claro” respecto al hecho de que “no hay otra opción” y que los procedimientos médicos se interrumpirían este sábado a las 10:00 (4:00 A.M:, hora colombiana).

“Fue muy duro. Estoy destrozada. He hecho todo lo que le había prometido a mi hijo hacer”, agregó.

Flores y velas

El niño murió después de que se interrumpiera su tratamiento “de acuerdo con las decisiones de los tribunales”, confirmó en un comunicado Alistair Chesser, jefe médico del London Royal Hospital.

Uno de los miembros de la familia del niño, Ella Carter, contó que permaneció estable “durante dos horas” hasta que se le retiró completamente el respirador. “No hay ninguna dignidad en ver cómo se asfixia un familiar o a un niño”, dijo. “Ninguna familia debería pasar por lo que nosotros pasamos, es una barbaridad”.

Este sábado por la mañana, algunos transeúntes colocaron flores y velas a los pies de una estatua frente al hospital.

El Reino Unido registró dos casos parecidos. En abril de 2018, un niño de 23 meses con una rara enfermedad neurodegenerativa llamado Alfie Evans murió también tras una larga batalla judicial iniciada por sus padres para que no se interrumpiera sus tratamientos. Los padres recibieron incluso el apoyo del papa Francisco.

En 2017, otro caso, el de Charlie Gard, que sufría una rara enfermedad genética, murió después de que se interrumpiera su ventilación artificial pese a la multiplicación de recursos de sus padres.