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El impacto del huracán Melissa se proyecta con especial intensidad sobre Jamaica, donde las estimaciones advierten que hasta un millón de personas podrían verse afectadas. Esta cifra representa más de un tercio de la población de la isla, según los cálculos difundidos. Pero la amenaza de Melissa no se limita únicamente a Jamaica: también se prevén consecuencias serias para centenares de miles de habitantes en Cuba, Bahamas, República Dominicana y Haití.
Ante la magnitud del riesgo, el gobierno jamaicano ha dispuesto más de 800 refugios donde la población evacuada puede resguardarse. Esta red de albergues se instala como respuesta preventiva, buscando atenuar los efectos de un huracán catalogado como el más violento que haya enfrentado la isla en los registros históricos. Necephor Mghendi, jefe de la delegación de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) para los países de habla inglesa y holandesa del Caribe, fue enfático sobre la gravedad de la situación, afirmando en teleconferencia desde Trinidad y Tobago que existe una alta probabilidad de daños severos en las infraestructuras, aislamiento de comunidades y la interrupción de servicios básicos, dada la fuerza pronosticada.
El portavoz de la Oficina de Coordinación Humanitaria de las Naciones Unidas (ONU), Jens Laerke, enfatizó desde Ginebra que, tras el paso del huracán, la prioridad inmediata será la preservación de vidas humanas, seguida por la provisión de alimentos, agua potable, refugios y atención médica. Laerke recordó que la experiencia previa de los organismos internacionales garantizará un acompañamiento constante no solo durante la emergencia sino también en el proceso de reconstrucción que vendrá después.
En cuanto a Cuba, se confirma el despacho de provisiones hacia el oriente de la isla, centradas principalmente en alimentos básicos como arroz y cereales, así como insumos para la higiene y purificación del agua. Estas acciones representan un esfuerzo por asegurar los suministros más elementales ante la inminente llegada de la tormenta.
Desde la Organización Meteorológica Mundial, la experta Anne Claire Fontan advirtió que los vientos podrían alcanzar intensidades de hasta 280 kilómetros por hora, llegando incluso a ráfagas de 350 km/h a lo largo del día. En el interior del ojo del huracán se estima que podría ocurrir una destrucción estructural total, lo que incrementa la preocupación por los daños materiales y la seguridad de las comunidades afectadas.
Las precipitaciones previstas para Jamaica oscilan entre 350 y 750 milímetros, lo cual representa hasta tres veces el promedio mensual y eleva la alerta ante la posibilidad de inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. Además, se espera una marejada ciclónica con olas de entre tres y cuatro metros de altura en la costa sur, catalogada como potencialmente mortal.
La necesidad de ayuda internacional es incuestionable tras el paso de Melissa. Los organismos humanitarios, mediante la coordinación y la experiencia acumulada, buscan responder a la emergencia de manera eficaz, aunque el desafío es mayúsculo debido a la envergadura de la tormenta y su impacto multifacético en la región.
¿Qué acciones deben tomar las familias para protegerse ante un huracán como Melissa? La preparación familiar frente a un fenómeno de tal magnitud es indispensable para minimizar riesgos. Ante las advertencias oficiales, las familias deben identificar el refugio más cercano designado por las autoridades y seguir las instrucciones de evacuación sin retraso. Reunir suministros esenciales como agua, alimentos no perecederos, medicinas y documentos importantes es clave para enfrentar los días posteriores a la tormenta, cuando la infraestructura y los servicios pueden verse interrumpidos.
Esta preparación va de la mano con el monitoreo constante de los informes oficiales y la comunicación con los equipos de emergencia. La cooperación de la población facilita la labor de los organismos humanitarios, como lo han subrayado la Federación Internacional de la Cruz Roja y la ONU, al destacar que salvar vidas y reducir daños depende, en gran medida, de la responsabilidad colectiva y la anticipación en la respuesta.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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