Mientras que el empresario barranquillero Álex Saab permanece detenido en Estados Unidos para responder en ese país por la acusación de haber lavado hasta 350 millones de dólares supuestamente defraudados a través del sistema de control cambiario en Venezuela, de su principal socio, el también colombiano Álvaro Pulido Vargas, no se sabía nada.

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Los nombres de Álex Saab —señalado de ser testaferro de Nicolás Maduro— y Pulido Vargas —también conocido, según las autoridades estadounidenses, como German Enrique Rubio— están relacionados asimismo en la empresa Fondo Global de Construcción, creada en Bogotá y que sostuvo negocios con el régimen de Venezuela.

La exfiscal general de Venezuela Luisa Ortega denunció que Saab era uno de los grandes beneficiarios de la corrupción que rondaba los contratos para importación de cajas de alimentos para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), el plan del régimen venezolano para subsidiar la alimentación de las familias censadas en su país.

En todos esos negocios, Saab estaba relacionado con Pulido Vargas, cuyo paradero era todo un misterio hasta este miércoles 12 de abril. Según CNN, que cita “una fuente policial cercana a la investigación”, Pulido Vargas fue detenido en Venezuela en el marco del caso de corrupción en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).

“La fuente no ofreció detalles adicionales sobre el caso”, agregó CNN, y recordó que, en octubre de 2021, el gobierno de Estados Unidos ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por información que condujera al arresto y/o condena de Pulido Vargas, a quien acusan de “lavado de dinero en relación con un esquema de soborno extranjero”.

Escándalo por corrupción en PDVSA

La captura de Pulido Vargas se habría producido en el marco del escándalo de corrupción que sacude al régimen de Maduro en Venezuela, particularmente en PDVSA, que ha producido la detención de más de 50 personas y que deja serias dudas de si se trata de una cruzada anticorrupción o una purga política.

Entre los capturados hay altos funcionarios del régimen. Llama la atención que las primeras detenciones, informadas el 19 de marzo, tuvieron como blanco a cercanos colaboradores de Tareck El Aissami, poderoso dirigente chavista y ministro de Petróleo hasta que estalló el escándalo.

El Aissami, que hace parte del círculo cercano de Maduro, renunció y mantiene bajo perfil. Sobre su paradero el régimen guarda hermético silencio. El fiscal general, Tarek William Saab, ha evitado confirmar si es investigado.

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Sobre las capturas, que han sido presentadas por el régimen en una suerte de espectáculo (los detenidos con overoles naranja y compareciendo en un recinto con asientos engalanados como para una recepción), son “una purga política”, dijo a la AFP la politóloga Ana Milagros Parra.

“Y no hay que verlo como algo extraordinario”, agregó Parra, y explica que ocurren por “la necesidad de eliminar o remover de círculos de poder a personas que de alguna u otra manera representan una amenaza [para el régimen] o no están en línea”.

El fiscal Saab descartó esta hipótesis: “¡Por Dios! ¿Desde cuándo la corrupción, el desfalco, es un hecho político? ¿Dónde está la ideología allí? ¿Robar es una ideología? ¡No, chico!”. Sin embargo, Venezuela, uno de los países más corruptos del mundo, ocupa la posición 177 de 180 en el índice de Transparencia Internacional.