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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 14, 2025 - 1:16 am
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Desde hace varios meses, Estados Unidos ha estado proporcionando a Ucrania información de inteligencia precisa sobre las instalaciones energéticas que debe bombardear en Rusia. Un apoyo que contrasta con la actitud anterior de Donald Trump hacia Vladimir Putin. Oficialmente, Washington quiere empujar a Moscú a negociar. Pero probablemente esa no sea la única motivación del presidente estadounidense.

La intensa campaña de bombardeos contra las infraestructuras energéticas rusas por parte de Ucrania ha sido favorecida y apoyada activamente por Washington desde hace meses, asegura el Financial Times en un artículo publicado el domingo 12 de octubre.

Estados Unidos ha proporcionado datos detallados que permiten a los misiles y drones ucranianos de largo alcance golpear instalaciones —como refinerías o depósitos de petróleo— situadas a cientos de kilómetros de la frontera ucraniana, precisa el diario económico británico.

¿Mejor que Google Maps?

A comienzos de octubre, el Wall Street Journal ya había revelado que Donald Trump planeaba suministrar este tipo de información al ejército ucraniano. En realidad, el presidente parece haberlo hecho desde hace tiempo.

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Trump habría decidido poner esta información a disposición de Ucrania tras una conversación telefónica con su homólogo ucraniano Volodímir Zelenski a mediados de julio. El objetivo parece ser doblegar a Vladimir Putin bajo el peso de los bombardeos contra las infraestructuras energéticas y así forzarlo a negociar, explica el Financial Times. El petróleo sigue siendo, a pesar de las sanciones internacionales, la estrella de las exportaciones rusas.

Este entendimiento entre Washington y Kiev sería la señal más concreta del cambio de actitud de Trump hacia Putin. Desde julio, los ucranianos han logrado impactar al menos 16 de las 38 refinerías de petróleo que posee Rusia. Algunos sitios, como el de Volgogrado —a más de 350 km de la frontera—, han sido golpeados varias veces.

Pero ¿hasta qué punto Ucrania necesita la inteligencia estadounidense para atacar este tipo de objetivos?

“Las refinerías o los depósitos de combustible son blancos cuya ubicación es conocida y suele estar disponible incluso en Google Maps. Además, no son objetivos móviles que requieran datos satelitales actualizados para ser precisos”, explica Huseyn Aliyev, especialista en la guerra en Ucrania de la Universidad de Glasgow.

Sin embargo, no se trata solo de coordenadas GPS. “Estados Unidos cuenta con una vasta constelación de satélites y radares capaces de mapear las firmas electromagnéticas de las defensas aéreas. Esto es crucial para ajustar la ruta de vuelo —altitud, trayectorias— de misiles y drones, y así evitar dichas defensas”, detalla Frank Ledwidge, experto en cuestiones militares del ámbito postsoviético en la Universidad de Portsmouth.

De objetivos militares a objetivos estratégicos

El intercambio de inteligencia entre Estados Unidos y Ucrania no es nuevo. Desde el inicio de la invasión rusa, “Washington suele proporcionar la ubicación de objetivos que interesan al ejército ucraniano”, señalaba ya en 2023 Egle E. Murauskaite, especialista en seguridad de la Universidad de Maryland. En abril de 2022, el buque de guerra ruso Moskva fue hundido en el mar Negro gracias a inteligencia estadounidense.

“Pero hasta ahora se trataba esencialmente de objetivos militares y tácticos. Las infraestructuras energéticas, ubicadas mucho más lejos, representan un nuevo tipo de blanco estratégico”, subraya Erik Stijnman, experto en seguridad militar del Instituto Neerlandés de Relaciones Internacionales Clingendael.

El objetivo ya no es destruir depósitos de municiones o centros de mando cerca del frente, sino impactar la capacidad rusa de financiar la guerra o de suministrar combustible a sus unidades mecanizadas.

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La administración Trump está estrechamente involucrada en todas las etapas de esta campaña de bombardeos. Washington no solo recibe solicitudes ucranianas sobre qué sitios atacar, sino que también “define cuáles son los objetivos prioritarios”, señala el Financial Times.

“La flota de drones ucranianos se ha convertido en un instrumento utilizado por Washington para debilitar la economía rusa y empujar a Putin a negociar”, analiza el diario británico.

Una estrategia radicalmente distinta a la de comienzos del mandato de Trump. Poco después de regresar a la Casa Blanca, había decidido “poner en pausa” el intercambio de inteligencia con Ucrania. Ahora, parece ir incluso más lejos que su predecesor, Joe Biden, quien fue reticente a autorizar ataques ucranianos en territorio ruso.

¿Escalada o desescalada?

Aunque esta nueva estrategia parezca una escalada de las tensiones entre Estados Unidos y Rusia, no necesariamente lo es.

“Si el objetivo real es empujar a Rusia a negociar mediante el bombardeo de sus infraestructuras, las posibilidades de éxito son mínimas. Solo alrededor del 20 % de la producción petrolera se ve afectada, lo que no basta. El impacto lo sentirá sobre todo la población civil, mientras que las capacidades militares seguirán siendo suficientes para abastecer al ejército”, estima Huseyn Aliyev.

“Harían falta ataques de una magnitud exponencialmente mayor para marcar la diferencia. No hay precedente histórico que sugiera que bombardear una docena de instalaciones logre llevar al adversario a negociar”, coincide Frank Ledwidge.

Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo? “El propósito estadounidense podría ser, al contrario, una desescalada”, señala Erik Stijnman. Al participar en esta campaña, los estadounidenses se aseguran de que Ucrania solo ataque objetivos militarmente aceptables y evite una escalada. Este intercambio de inteligencia demuestra que existe “un límite impuesto por Estados Unidos respecto al tipo de blancos que los ucranianos pueden atacar con armas estadounidenses”, añade Stijnman.

Esto cobra aún más importancia si se tiene en cuenta que Washington planea entregar a Kiev misiles de largo alcance Tomahawk. Dado el potencial destructivo de estas armas, los expertos consultados por France 24 consideran lógico que se prepare a Rusia para su llegada.

Frank Ledwidge añade que “Trump también busca asegurarse de no cargar con la responsabilidad en caso de una derrota ucraniana”. “No quiere que se le acuse de no haber apoyado a Ucrania si las futuras negociaciones de paz resultan favorables a Rusia”, concluye el experto.

Este artículo es una adaptación de su original en francés 

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