El repentino giro en la política anticovid de Pekín, capital de China, provocó cierto nerviosismo en varias naciones del mundo y esto llevó a que, por ejemplo, países como Estados Unidos e Italia decidieran desde este miércoles imponer a los viajeros procedentes del gigante asiático ingresar a sus territorios con pruebas negativas.

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Y es que el gobierno chino anunció en los últimos días que eliminaba la exigencia de cuarentena para personas llegadas del exterior a partir del 8 de enero, que era la última medida vigente de la rígida política de cero COVID-19 que habían implementado desde hace meses.

La iniciativa provocó júbilo entre la población china, que corrió a comprar pasajes aéreos hacia diferentes destinos internacionales.

Ante esto, numerosos países ven con preocupación esta relajación de las medidas sanitarias en el país más poblado del mundo y empezaron a imponer restricciones.

Estados Unidos, que ya sopesaba limitar la entrada de viajeros provenientes de ese país, confirmó este miércoles que a partir del 5 de enero requerirá pruebas negativas a todos los viajeros aéreos provenientes de China, Hong Kong y Macao, indicó un responsable gubernamental de salud.

“La comunidad internacional está cada vez más preocupada por los continuos brotes de COVID-19 en China y la falta de datos transparentes, incluidos los datos de secuencias genómicas virales, reportadas por China”, advertían funcionarios estadounidenses.

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Estados Unidos se suma a otros países que tomaron medidas similares como Japón, India, Malasia e Italia. También lo hizo este miércoles Taiwán, la isla de gobierno autónomo que Pekín considera como propia, que anunció que los visitantes de China tendrán que someterse a pruebas de diagnóstico.

Por su parte, la Comisión Europea, pese a la decisión ya tomada por Italia, convocó una reunión este jueves para “discutir posibles medidas para un enfoque coordinado” de los países miembros de la Unión Europea.

Lo que llama la atención es que hospitales y crematorios en todo el gigante asiático continúan desbordados, principalmente por la llegada de ancianos. Un médico admitió que el personal sanitario tendrá que seguir trabajando incluso si da positivo al coronavirus.

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El alivio de las medidas de Pekín puso fin al régimen de cero COVID-19, que había implicado pruebas masivas, confinamientos y extensas cuarentenas que paralizaron su economía y provocaron protestas en el país.

Desde marzo de 2020, los pasajeros que llegaban a China tenían que someterse a una cuarentena obligatoria. El tiempo de aislamiento fue reducido en junio de tres a una semana, y el mes pasado a cinco días, antes de decidirse su eliminación en unos días.