Los padres del menor, de origen rumano, habían decidido llevarlo a su casa debido a que su muerte ya era inevitable, y cuando el fallecimiento sucedió, una asistente que acompañaba a la pareja en el momento le pidió a la funeraria que no fuera al lugar debido al estado de alteración del papá del niño.

Ese estado, sumado a las dificultades económicas que les impedían cubrir el dinero que la funeraria pedía para hacerse cargo del cadáver, hizo que este finalmente permaneciera en el sofá de la sala. Incluso, se pensó llevar a cabo el funeral allí mismo, pero eso finalmente no pasó.

Según La Vanguardia, a la familia le hacían falta 1.600 euros (más de 5 millones de pesos colombianos) para completar el dinero que pedía la compañía funeraria.

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La funeraria solo llegó a la casa el jueves siguiente sobre las 2 de la tarde para llevarse el cuerpo. Los vecinos de los padres ya habían empezado una colecta, pero los gastos del funeral finalmente corrieron por cuenta de una fundación y de la propia funeraria, que depende del ayuntamiento del municipio de Fuenlabrada, cerca de la ciudad capital, agrega El País.