La virulencia de la pandemia ha doblegado al frágil sistema sanitario de este país de 1.300 millones de habitantes, que alcanzó el récord diario con 4.197 muertes, al tiempo que registró 401.078 nuevos casos, según datos oficiales, que muchos expertos consideran inexactos.

Personas contagiadas de coronavirus continúan muriendo en India a las puertas de los hospitales colapsados, pese a la ayuda internacional. Y lo peor aún no ha llegado, dicen especialistas, que esperan un pico todavía peor a fines de mayo.

El gigante acumula 238.270 muertes y 21,9 millones de casos de COVID-19, cifras que suben de forma acelerada y que esta semana elevaron los contagios en Asia, a contramano de la tendencia a la baja en varias partes del mundo.

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Por el deterioro de la situación, el sábado se inicia en el estado de Kerala un confinamiento de una semana. En Karnataka, regirá por dos. Nueva Delhi, la capital de 20 millones de habitantes, y Bombay se están estabilizando. Pero aún preocupa la escasez de suministros.

La catástrofe se ha desbordado a las naciones vecinas, Bangladés, Nepal y Sri Lanka, que el jueves decidió cerrar sus fronteras con India. En Nepal, el virus amenaza la temporada de ascensión al Everest, después de que tuvieran que ser evacuados más de 30 alpinistas del campamento base (a 5.364 metros de altura) por presentar síntomas preocupantes. En Singapur, nuevas restricciones también entran en vigor el sábado.

Esta situación no deja de preocupar a Japón, que se enfrenta a una nueva ola con unos 5.300 nuevos casos diarios en promedio semanal, a pocas semanas de los Juegos Olímpicos.