“Ese nombre es una marca registrada, su asociación con la nueva variante de la COVID-19 daña nuestra reputación empresarial”, aseguró Padar en diálogo con el medio NGS.NOVOSTI.

Si alguien muere de ómicron, añadió, “a duras penas sus familiares o amigos querrían ir a una clínica con ese nombre”.

El empresario ruso presentó el 30 de noviembre una demanda contra la oficina en Rusia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante el tribunal de arbitraje de Moscú, indica el medio ruso, que obtuvo acceso a la copia del litigio.

El demandante afirma que ha gastado mucho dinero en dar a conocer la marca de las clínicas oftalmológicas y que durante mucho tiempo en Internet, al introducir la palabra ómicron en el buscador ,aparecía la red de clínicas entre los primeros resultados, pero que ahora aparece información que conlleva inquietud, miedo y horror.

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Como consecuencia son inevitables pérdidas financieras colosales para el empresario, asegura Alexandr Padar.

El primer centro Ómicron fue abierto en la ciudad siberiana de Novokuznetsk en 2015. En la actualidad la clínica rusa cuenta con once filiales.

La variante ómicron, también identificada como B.1.1.529, fue notificada por Sudáfrica y calificada de “preocupante” por la OMS en noviembre.

En Rusia hasta el momento no se ha detectado ningún caso de ómicron. No obstante, las autoridades afirmaron que es solo cuestión de tiempo que la nueva variante llegue a este país, donde prácticamente la totalidad de los casos de COVID-19 se deben ahora a la variante delta del coronavirus.