Un equipo internacional de científicos pide un tratado vinculante que garantice que la futura expansión de la industria espacial mundial no dañe irreparablemente la órbita terrestre.

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En la semana en que cerca de 200 países acordaron un tratado para proteger la Alta Mar tras un proceso de 20 años, los expertos creen que la sociedad debe aprovechar las lecciones aprendidas de una parte a otra de nuestro planeta.

Se prevé que el número de satélites en órbita aumente de los 9.000 actuales a más de 60.000 en 2030, y las estimaciones sugieren que ya hay más de 100 billones de fragmentos de viejos satélites sin rastrear dando vueltas por el planeta, advierten los científicos en un artículo publicado en Science.

Aunque esta tecnología se utiliza para proporcionar una gran variedad de beneficios sociales y medioambientales, se teme que el crecimiento previsto de la industria pueda inutilizar grandes partes de la órbita terrestre.

El grupo internacional de expertos en tecnología de satélites y contaminación por plásticos en los océanos afirma que esto demuestra la urgente necesidad de un consenso mundial sobre la mejor manera de gobernar la órbita terrestre.

Reconocen que varias industrias y países están empezando a centrarse en la sostenibilidad de los satélites, pero afirman que esto debería reforzarse para incluir a cualquier nación que tenga planes de utilizar la órbita terrestre.

Cualquier acuerdo, añaden, debería incluir medidas para implantar la responsabilidad de productores y usuarios sobre los satélites y los desechos, desde el momento de su lanzamiento.

Los costes comerciales también deberían tenerse en cuenta a la hora de buscar formas de incentivar la responsabilidad. Estas consideraciones son coherentes con las propuestas actuales para hacer frente a la contaminación por plásticos de los océanos cuando los países inician las negociaciones para el Tratado Mundial sobre los Plásticos.

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Los expertos también creen que, a menos de que se tomen medidas de inmediato, grandes partes del entorno inmediato de nuestro planeta corren el riesgo de correr la misma suerte que Alta Mar, donde una gobernanza insustancial ha dado lugar a la sobrepesca, la destrucción de hábitats, la exploración minera en aguas profundas y la contaminación por plásticos.

El artículo ha sido elaborado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Plymouth, la Iniciativa Arribada, la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y Spaceport Cornwall, en Reino Unido, y la Universidad de Texas, el Instituto de Tecnología de California y el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa, en Estados Unidos.

Entre ellos se encuentra el académico que dirigió el primer estudio sobre microplásticos marinos, publicado también en Science hace casi 20 años, y científicos que contribuyeron al compromiso de desarrollar un Tratado Global sobre Plásticos firmado por 170 líderes mundiales en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en marzo de 2022.

La doctora Imogen Napper, investigadora de la Universidad de Plymouth, que dirigió el estudio con financiación de la National Geographical Society, indica “el problema de la contaminación por plásticos, y muchos de los demás retos a los que se enfrentan nuestros océanos, está atrayendo la atención mundial. Sin embargo, la colaboración ha sido limitada y la aplicación, lenta”.

“Ahora nos encontramos en una situación similar con la acumulación de basura espacial —advierte en un comunicado— Teniendo en cuenta lo que hemos aprendido de alta mar, podemos evitar cometer los mismos errores y trabajar colectivamente para prevenir una tragedia de los comunes en el espacio. Sin un acuerdo global podríamos encontrarnos en un camino similar”.

Por su parte, Heather Koldewey, asesora técnica marina del ZSL, subraya que, “para abordar los problemas planetarios, es necesario reunir a científicos de todas las disciplinas para identificar y acelerar las soluciones”.

“Como bióloga marina nunca imaginé escribir un artículo sobre el espacio, pero gracias a esta investigación en colaboración he encontrado muchos paralelismos con los retos que plantea la resolución de problemas medioambientales en el océano, reconoce. Sólo tenemos que mejorar la incorporación de la ciencia a la gestión y la política”.

La doctora Moriba Jah, profesora asociada de Ingeniería Aeroespacial e Ingeniería Mecánica de la Universidad de Texas en Austin, apunta que “los antiguos conocimientos ecológicos tradicionales (TEK) informan de cómo debemos asumir la gestión porque nuestras vidas dependen de ella. Me entusiasma trabajar con otros para poner de relieve los vínculos y la interconexión entre todas las cosas y que tanto los desechos marinos como los espaciales son un perjuicio antropogénico que se puede evitar”, asegura.

La doctora Kimberley Miner, científica del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa, afirma que, “reflejando la nueva iniciativa de la ONU sobre los océanos, minimizar la contaminación de la órbita terrestre inferior permitirá continuar la exploración espacial, la continuidad de los satélites y el crecimiento de la tecnología espacial que cambia vidas”.

En la misma línea, Melissa Quinn, Directora de Spaceport Cornwall, apunta que “los satélites son vitales para la salud de nuestra gente, las economías, la seguridad y la propia Tierra. Sin embargo, la utilización del espacio en beneficio de las personas y el planeta está en peligro”.

“Comparando cómo hemos tratado nuestros mares, podemos ser proactivos antes de dañar el uso del espacio para las generaciones futuras –sugiere–. La humanidad tiene que asumir la responsabilidad de nuestros comportamientos en el espacio ahora, no después. Animo a todos los líderes a que tomen nota, reconozcan la importancia de este próximo paso y se responsabilicen conjuntamente”.

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Finalmente, el Profesor Richard Thompson OBE, Jefe de la Unidad Internacional de Investigación sobre Basuras Marinas de la Universidad de Plymouth, considera que “está muy claro que gran parte de la contaminación que vemos hoy podría haberse evitado. Éramos muy conscientes del problema de la contaminación por plásticos hace una década, y si hubiéramos actuado entonces la cantidad de plástico en nuestros océanos podría ser la mitad de lo que es hoy”.

“En el futuro debemos adoptar una postura mucho más proactiva para ayudar a salvaguardar el futuro de nuestro planeta –advierte–. Hay mucho que se puede aprender de los errores cometidos en nuestros océanos que es relevante para la acumulación de residuos en el espacio”.