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El 27 de julio, bajo presión internacional, Israel anunció pausas humanitarias diarias en Gaza, con el objetivo de permitir la entrega de alimentos, particularmente por vía aérea y a través de algunos puntos de paso de carreteras. Pero en el terreno, la distribución se está convirtiendo en un caos: alrededor de los camiones que transportan los productos, decenas de habitantes de Gaza arriesgan sus vidas para arrebatar alimentos, que algunos luego venden en los mercados.
Con nuestro corresponsal en la Franja de Gaza, Rami Al Meghari y nuestra corresponsal en Jerusalén, Aabla Jounaïdi
Un kilo de tomates puede alcanzar hasta 100 shekels, es decir casi 25 euros. Durante varios meses, la población de Gaza ha olvidado el sabor de ciertas verduras. La harina y el azúcar ahora se venden por gramos. Un mercado negro alimentado por los bienes arrebatados a los camiones que ingresaron a Gaza en los últimos días.
“No veo nada de la ayuda que está llegando”




Un joven, que desea permanecer en el anonimato, explica: “Vendo 90 shekels por 250 gramos de azúcar. ¡Obviamente! Lo recogí cerca de un tanque, en el cruce de Zikim. ¡Cuatro kilos! “. Como él, muchos se han improvisado como vendedores, aprovechando la angustia reinante.
Esta situación enfurece a Abul Hassan, padre de ocho hijos: “¡Ahora los vendedores se acercan discretamente a ti para ofrecerte harina! Como si fueran drogas, y te dicen: ‘¡Son 45 shekels!’ Estos vendedores son la otra cara de la ocupación israelí. Soy padre y no encuentro comida para mis hijos, no veo nada de la ayuda que está llegando”, lamenta.
Khitam, madre de una familia de ocho hijos, está igualmente enojada, convencida de que algunos vendedores se están abasteciendo para mantener los precios altos. “¿De dónde saco este dinero? ¡Los vendedores nos están cortando la garganta! Tengo que robar para comer, ¿así es? ¡No es justo, tienen que proteger la ayuda!”, denuncia.
¿Una estrategia israelí?
Para Mohamed Abou Jiab, economista, Israel obstaculiza deliberadamente la llegada de la ayuda: “Las organizaciones internacionales no logran llegar a los almacenes de forma segura para garantizar a la población un acceso justo a los alimentos. Esta ayuda se convierte en presa de ladrones y grupos que ayudan al ejército israelí allí donde está desplegado, como en Rafah, en el sur de Gaza, o en Zikim, en el norte, pero también en el centro, donde algunas familias beduinas roban la ayuda y la almacenan muy cerca de donde se encuentra el ejército”, estima.
“En estas condiciones, no se puede hablar de lucha contra la hambruna ni de mejora de la situación humanitaria en Gaza. El mundo intentará hacer llegar la ayuda. Israel lo permitirá oficialmente, pero sobre el terreno impedirá el transporte de la ayuda gracias a sus ladrones y a sus apoyos en las zonas que controla”, recalca.
Por su parte, el ejército israelí acusa a Hamás de organizar el robo de la ayuda para financiarse. Pero un informe estadounidense de USAID publicado la semana pasada niega esta acusación, atribuyendo estos robos principalmente a grupos armados no identificados.
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