Nelson tiene unos dos años. En Bulgaria, el Fondo de Fauna y Flora Silvestre (FWFF) le colocó un anillo y lo equipó con un rastreador satelital. En septiembre de 2018 lo soltó para ver a dónde lo llevaba su peregrinación.
Todo parece indicar que se perdió. Los buitres de su especie pueden volar distancias largas en busca de alimento y de temperaturas que le agraden, por lo que terminó en Taez, una ciudad del sudoeste de Yemen asediada por rebeldes hutíes. Allí acabó en poder de combatientes del gobierno local que creyeron que el dispositivo de su pata era un aparato de espionaje. Así fue como buitre se convirtió en prisionero de guerra.
Cuando su historia comenzó a circular entre los medios de comunicación, el FWFF envió a alguien a Saná a recoger al pájaro y explicar a los combatientes que no era un espía. Sin embargo, le tomó 12 días cruzar la zona de guerra: “El ministerio de Relaciones Exteriores búlgaro contactó al embajador de Yemen, quien, a su vez, se puso en contacto con las autoridades locales (en Taez) y les pidió que devolvieran el buitre a la organización”, explicó a la AFP el enviado, Hisham al Hut.
Según al Hut, después de salir de Bulgaria, el pájaro sobrevoló Turquía, Siria, Jordania y Arabia Saudita antes de llegar a Yemen, donde el FWFF perdió su rastro. Se había dado por desaparecido hasta que la organización recibió cientos de mensajes de yemeníes informando que el ave estaba cautiva en Taez, el 5 de abril.




Actualmente el buitre recupera fuerzas en Saná gracias a los cuidados de Hut. “Cuando lo recogimos estaba en muy mal estado” y había adelgazado, afirma, añadiendo que Nelson podría recobrar la libertad en dos meses, cuando se haya recuperado y cure por completo el ala que se rompió durante el viaje.
Según él, la desventura del ave se debió a que no encontró comida, lo que “le obligó a posarse e impidió que prosiguiera el viaje“: “Los buitres se alimentan de cadáveres de animales muertos pero en la situación actual de guerra no los hay”, dice el experto.
Paradójicamente, las víctimas humanas del conflicto yemení se calculan en al menos 10.000, aunque podrían llegar a ser hasta 60.000. La guerra ha provocado en Yemen la peor crisis humanitaria del mundo con millones de personas desnutridas y amenazadas por la hambruna, según la ONU.
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