Martin LeWinter, cardiólogo de la Universidad de Vermont, dijo que Sanders, de 78 años, se ha “recuperado sin incidentes” del infarto que sufrió en Las Vegas el primero de octubre.

“No veo ninguna razón por la que no pueda continuar haciendo campaña sin limitación y, en caso de ser elegido, estoy seguro de que tiene la resistencia mental y física para asumir por completo los rigores de la residencia presidencial de Estados Unidos”, dijo.

Otros dos especialistas dijeron que Sanders se había sometido a una prueba de cinta cardiopulmonar a principios de este mes y que “su capacidad de ejercicio es promedio para un hombre de su edad”.

El director de rehabilitación cardíaca del Centro Médico de la Universidad de Vermont, Philip Ades, consideró que Sanders “está más que en forma” para una ocupación que requiera resistencia y manejo de gran cantidad de estrés.

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Brian Monahan, médico del Congreso de Estados Unidos, coincidió. Sanders está “en buen estado de salud actualmente”, dijo.

Sanders, un senador independiente que compite por la nominación presidencial demócrata para disputarle la reelección a Donald Trump, es el candidato más viejo en la carrera hacia la Casa Blanca de 2020 y su campaña recibió algunas críticas por esperar varios días antes de revelar públicamente que había sufrido un ataque al corazón.

El exvicepresidente Joe Biden, el actual favorito para la nominación demócrata, tiene 77 años. El republicano Trump cumplió 73 años en junio.

Estados Unidos critica a Petro en la ONU y evalúa si continúa apoyo a Colombia en el Acuerdo de Paz

Estados Unidos lanzó fuertes críticas al presidente Gustavo Petro durante la más reciente sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se presentó el informe trimestral sobre la paz en Colombia. El representante estadounidense, Mike Waltz, acusó al Gobierno de usar “retórica incendiaria” y de impulsar políticas que, según Washington, socavan los avances hacia una paz duradera. Además, cuestionó la ampliación del mandato de la Misión de Verificación, señalando que se ha desviado de su objetivo inicial —la desmovilización de las Farc— para centrarse en lo que calificó como “prioridades políticas excesivas”, como la JEP y el apoyo a minorías étnicas.