En contraste, los desempleados y los hombres de bajos ingresos suelen beneficiarse de esta prestación, sostiene el estudio, pues se liberan de la presión de ser desempleados (así no tengan trabajo se pueden jubilar a los 63 años) o de ser trabajadores con pocos ingresos, destaca la agencia DPA.

En la investigación se analizaron los datos del seguro de pensiones alemán para casi 800.000 jubilados que nacieron entre 1934 y 1936.

El resultado del estudio señala que la jubilación y los cambios dramáticos que vienen asociados al ritmo cotidiano y a las relaciones sociales pueden afectar el índice de mortalidad de este grupo tanto en forma positiva como negativa.

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Además de las personas que se jubilan con salarios bajos, quienes pasan de desocupados a jubilados son los que más se benefician, porque dejan de cargar el estigma del desempleo, según señala el informe del RWI.

Para los trabajadores de bajos ingresos, el hecho de que muchos de sus trabajos son físicamente exigentes o implican riesgos en el lugar de trabajo es un factor importante. Estos riesgos y cargas se eliminan con la pensión.

Según el estudio, la situación es muy diferente entre las personas con mayores ingresos, ya sean hombres o mujeres, que se jubilan a los 65 años. En este caso, la mortalidad aumenta de forma apreciable con la jubilación.

“Para ellos, el aislamiento social en la edad de jubilación está probablemente en el primer plano, porque también pierden prestigio en su profesión y en sus redes sociales”, apuntó Matthias Giesecke, autor del estudio, al explicar la tendencia.