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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 1, 2025 - 9:15 am
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La abeja ciborg es un logro científico con aplicaciones civiles y militares. Tras un largo retraso con respecto a Estados Unidos y Japón, China está recuperando terreno gracias a una financiación masiva y a su potente industria electrónica. Incluso ostenta el récord mundial del controlador de insectos más ligero.

Por Cléa Broadhurst, corresponsal de RFI en Pekín

Se trata de una abeja viva, equipada con un mini-controlador electrónico que permite guiarla a distancia. El dispositivo pesa solo 74 miligramos, menos que una carga de néctar que la abeja transporta de forma natural. Se fija en su espalda y envía minúsculos impulsos eléctricos a su cerebro para girar a la izquierda, a la derecha, avanzar o retroceder. En las pruebas, nueve de cada diez veces, la abeja obedece.

Se trata de un logro científico: el dispositivo de control cerebral de insectos es el más ligero jamás diseñado, lo que demuestra el poder de la miniaturización en China. Además, las aplicaciones son muy concretas: estas abejas podrían utilizarse para localizar supervivientes entre los escombros tras un terremoto o para vigilar discretamente zonas sensibles.

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¿Se utilizará para espionaje?

Esta tecnología tiene un doble uso. Estos insectos tienen capacidades naturales extraordinarias: vuelan varios kilómetros sin cansarse, saben colarse en espacios muy estrechos y se camuflan fácilmente.

En el ámbito de los rescates, podría salvar vidas. Pero en un contexto militar o policial, podría utilizarse para el espionaje, el reconocimiento en entornos urbanos o incluso operaciones antiterroristas. Por eso China apuesta tanto por este tipo de bio-robótica: quiere alcanzar y superar a Estados Unidos y Japón, que hasta ahora lideraban este campo.

Una proeza científica con implicaciones éticas

El equipo del Instituto Tecnológico de Pekín ha impreso circuitos electrónicos en una película flexible, tan fina como el ala de un insecto. Tres diminutas agujas estimulan el cerebro de la abeja con impulsos. Crean una especie de ilusión que desencadena sus movimientos. Por ahora, la abeja debe estar conectada a una fuente de energía, ya que las baterías lo suficientemente potentes como para hacerla volar sin cables siguen siendo demasiado pesadas.

Pero aún no es totalmente operativo, ya que sigue habiendo limitaciones. Las abejas aún no pueden mover las patas a voluntad y su resistencia es limitada. Los investigadores están trabajando para miniaturizar las baterías y mejorar la precisión de las señales.

Sin embargo, se plantean cuestiones éticas. En primer lugar, sobre la experimentación con animales: aunque se trate de insectos, estamos hablando de estimulación invasiva del cerebro para controlarlos. En segundo lugar, existe el riesgo de abuso: una tecnología diseñada para salvar vidas también podría utilizarse para militarizar la naturaleza. Además, hay que vigilar el impacto ecológico: si estos experimentos se multiplican, podrían perturbar poblaciones de insectos ya debilitadas.

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