Por: CENET

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 3, 2025 - 2:46 pm
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En julio de 2025, la industria de motocicletas en Colombia alcanzó un hito sin precedentes con el registro de 112.214 unidades nuevas, lo que convirtió a este mes en el más exitoso del año y uno de los de mayor dinamismo en tiempos recientes. Así lo evidencia el informe conjunto de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), que subraya un crecimiento del 38,02% respecto a junio y una notable expansión del 56,48% frente al mismo mes de 2024. Este comportamiento no solo refleja una recuperación pospandemia, sino el asentamiento de una tendencia sostenida, como lo demuestra el promedio mensual de 86.064 motocicletas matriculadas entre enero y julio, superando en más de un tercio los registros del año anterior según datos de la ANDI y Fenalco.

Este auge responde a factores estructurales y coyunturales. De acuerdo con análisis de movilidad urbana divulgados por medios como El Espectador, la búsqueda de alternativas económicas y ágiles para desplazarse ha sido uno de los motores principales de la demanda. Las ciudades colombianas, enfrentadas a problemas persistentes de congestión vial, han visto cómo la motocicleta se convierte en una opción predilecta para quienes buscan sortear los embotellamientos y reducir costos de transporte diario. A esta dinámica se suma la intensa competencia entre marcas, que han fortalecido su portafolio con modelos cada vez más ajustados a las necesidades del público local, impulsando la renovación y diversificación de la oferta.

Las motocicletas de cilindrada entre 101 y 125 centímetros cúbicos (cc) concentraron casi la mitad de las ventas en julio, seguidas de cerca por los modelos de 151 a 200 cc. Estos segmentos, ideales para uso urbano y mixto, responden tanto a la realidad económica del consumidor colombiano como a las características geográficas y de movilidad de ciudades medianas y grandes. El posicionamiento de marcas como AKT, líder con el 16,25% del mercado y 18.234 unidades vendidas, y el avance rápido de marcas más nuevas como Fratelli (con un crecimiento de 239,39%) y Hero (153,25%), reflejan una fragmentación creciente y un mercado en plena transformación, según el mismo informe conjunto.

El mapa nacional de la demanda igualmente reafirma el peso de los principales centros urbanos. Cundinamarca encabezó el ranking con casi una quinta parte de los registros, seguida por Antioquia y Valle del Cauca. No obstante, la dinámica no se limita a las capitales: municipios periféricos como Sabaneta (Antioquia), Funza (Cundinamarca) y El Cerrito (Valle del Cauca) aparecen como polos de registros, lo que coincide con estudios del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) sobre el acelerado crecimiento de zonas periurbanas y su necesidad de estrategias de movilidad flexibles y asequibles.

El crecimiento del parque de motocicletas plantea, sin embargo, retos urgentes. Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, el auge de estos vehículos está vinculado con un aumento preocupante en la tasa de accidentalidad, debido en parte a la insuficiente infraestructura vial para motos y deficiencias en la educación vial tanto de conductores como de peatones. Este desafío, de fondo, apunta a la necesidad de políticas públicas integrales que combinen incentivos a la movilidad sostenible (por ejemplo, el impulso a motocicletas eléctricas actualmente con baja penetración en el país, según la International Energy Agency) con mayores exigencias en seguridad vial y ordenamiento urbano.

La ola expansiva de motos tiene, además, efectos económicos en sectores conexos. Reportes de la Superintendencia Financiera de Colombia destacan que el financiamiento para la adquisición de motocicletas creció en paralelo con los registros, catalizando el mercado de crédito, seguros y servicios posventa. Este círculo virtuoso refuerza la importancia del sector en la economía nacional, aunque también aumenta la responsabilidad de empresas y autoridades frente a los retos sociales y ambientales asociados.

Así, el récord alcanzado en julio de 2025 es testimonio del dinamismo y la resiliencia de la industria de motocicletas en Colombia. No obstante, la magnitud del fenómeno exige respuestas coordinadas para garantizar que el crecimiento del sector vaya de la mano de una movilidad más segura, eficiente y sostenible, acorde con los desafíos contemporáneos de las ciudades colombianas.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cómo pueden las autoridades mitigar el aumento de accidentes de tránsito relacionados con motocicletas?

La preocupación por la seguridad vial ligada al auge de motocicletas se ha intensificado al observar la correlación entre el crecimiento del parque automotor de dos ruedas y un mayor número de accidentes, tal como lo señala la Agencia Nacional de Seguridad Vial. En vista de este contexto, los lectores pueden preguntarse por las estrategias institucionales más eficaces para implementar medidas de prevención y control.

Analizar cómo puede el Estado colombiano, en coordinación con los gobiernos locales, fortalecer campañas de educación vial, incrementar los estándares de los exámenes de conducción, mejorar la infraestructura urbana para motocicletas y actualizar la regulación, resulta fundamental para garantizar que el fenómeno económico y social de la motocicleta no derive en un problema de salud pública y ordenamiento urbano.

¿Qué papel pueden jugar las motocicletas eléctricas en futuros modelos de movilidad urbana en Colombia?

Aunque aún tienen una participación marginal en las ventas, las motocicletas eléctricas despiertan interés ante la necesidad de alternativas de transporte sostenible, como lo destacan organismos internacionales y locales relacionados con energías limpias. El debate sobre su viabilidad, incentivos y retos comienza a ganar espacio en la agenda pública, en el marco de los compromisos asumidos para mitigar el cambio climático y mejorar la calidad del aire en zonas urbanas.

Explorar cómo pueden las políticas públicas y la innovación empresarial fomentar la adopción de estos vehículos, qué infraestructuras requerirán los usuarios –como estaciones de recarga–, y cómo impactarán tanto en el sector económico como en el entorno urbano, son interrogantes clave para el futuro de la movilidad en Colombia.

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