Meghan Markle para su matrimonio con el príncipe Harry optó por un vestido de novia blanco de seda, de corte sencillo, con escote de cuello de barco. Moderno y elegante que ensalzaba su figura, mangas tres cuartos, cola y un velo muy largo con bordados en los extremos.

Conforme al deseo de Meghan, el velo transparente, de cinco metros de largo, está bordado de flores que representan los 53 países de la Commonwealth. La novia agregó dos flores de su elección, entre ellas una amapola de California, de donde es originaria.

Meghan llevaba también unos zapatos Givenchy y una tiara de diamantes de 1932, prestada por la reina Isabel II, abuela del príncipe Harry.

Los pendientes y la pulsera que lució durante la boda real, en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor (a las afueras de Londres), eran de la casa Cartier.

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La duquesa de Sussex entró a la capilla acompañada por los diez niños que ejercían de pajes y damas de honor, entre ellos el príncipe Jorge, de 4 años, y la princesa Carlota, de 3.

La novia sujetaba un sencillo ramo de flores, y, a mitad del recorrido, el heredero al trono británico, el príncipe Carlos, la cogió del brazo para acercarla hasta su hijo y futuro esposo, el príncipe Enrique.

AFP
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