Bojack Horseman es, para muchos, la mejor serie animada de la historia: sus personajes, estructura, comedia y la forma en que trata los fenómenos sociales que rodean la fama le dan una complejidad que solo puede recibir elogios.

Su premisa es maravillosa: muestra que los triunfos más grandes y las derrotas más dolorosas son pasajeras. Siempre hay un día después y estamos en constante evolución. Nunca vamos a alcanzar una versión perfecta de nosotros porque todo cambia.

La forma en que aborda los temas: habla sobre la depresión, la falta de sentido, las adicciones, el machismo y los problemas de salud mental desde una comedia ácida, dejando al descubierto comportamientos y pensamientos tóxicos que la sociedad se ha encargado de normalizar.

(Vea también: Proyecto Adam, la película de Netflix que muestra el valor de la familia)

Construcción de personajes: todos los personajes de Bojack Horseman de esta serie tienen luces y sombras, cometen errores, lastiman o benefician a su entorno con sus decisiones. Sentirse identificado con sus protagonistas o despreciarlos es parte del viaje de la serie. La evolución y complejidad de sus protagonistas es simplemente maravillosa.

Habla sin pelos en la lengua: la serie hace una crítica cruda e inteligente a la cultura popular, a la industria del entretenimiento estadounidense, a la comercialización del feminismo y a muchos otros fenómenos sociales alrededor de la fama.

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Es optimista: no importa cuántos errores hayamos cometido o qué tan mal estemos, siempre habrá una solución que dependerá en gran parte de nosotros.

Es una joya escondida de Netflix a la que no se le ha dado la real importancia que merece. Deja una huella en todos los que la ven. Es simplemente maravillosa y sus capítulos son cortos, lo que hace que puedas verla de forma fácil.