Desde cuando estalló el escándalo por los videos que evidenciaron la manera como la campaña de Gustavo Petro hacía planes para atacar a la coalición Centro Esperanza —y, dentro de ella, a su candidato Sergio Fajardo y a uno de sus más importantes integrantes, Alejandro Gaviria—, lo mismo que contra Federico Gutiérrez, las más destacadas figuras del Pacto Histórico emplearon como estrategia de defensa asegurar que la difusión de las graves afirmaciones de Roy Barreras lo que demostraba es que habían sido chuzados o infiltrados.

Con base en una pretendida analogía con el escándalo que vivió Estados Unidos en la década de los 70, cuando el presidente de entonces, el republicano Richard Nixon, tuvo que renunciar al descubrirse que había espiado a la campaña demócrata en el edificio Watergate, que le dio nombre al sonado caso, el candidato Petro afirmó que su campaña también había sido espiada por el Gobierno de Iván Duque. Incluso, el jefe de debate de Petro, Alfonso Prada, instauró una denuncia en la Fiscalía.

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Sin embargo, la revista Semana, uno de los medios a los que fueron entregadas las alarmantes grabaciones, contó cómo fue que recibió esos videos. Lo que narra la publicación contradice la idea de que la campaña de Petro haya sido espiada o chuzada, algo que varios periodistas y la ciudadanía en general habían puesto ya en duda, porque es claro que quien grabó las imágenes hacía parte del grupo de personas que hicieron las explosivas declaraciones. En otras palabras, no fueron infiltrados, sino traicionados.

Según la revista, “una fuente anónima se contactó” con algunos de sus periodistas “de manera simultánea”. Además, “usando mecanismos encriptados de comunicación, alojados en servidores fuera de Colombia”, la fuente remitió a ese medio “horas y horas de video”. Pero uno de los aspectos más sobrecogedores es el relativo a las razones que dio la fuente para entregar ese material que terminaría por alborotar la campaña por las elecciones presidenciales que entró en su última semana.

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“Como militante de la Colombia Humana, decido revelar una verdad frente a lo que ha pasado en estas elecciones; el límite moral debe caracterizarse por la necesidad de no degradar el debate ni condicionar la honestidad y la identidad política”, dijo la fuente, citada por Semana. “Por esto, considero que es el momento de dar a conocer mi desacuerdo con una campaña que ha demostrado a toda costa que definitivamente el fin sí justifica los medios para llegar al poder […]”.

“Hoy, tal vez tarde, me doy cuenta de que se está hundiendo en el fango con tal de quitar del camino a sus contrincantes, sin importarles sus familias, su carrera política y hasta su dignidad y honra”, continuó la fuente, siempre citada por la revista. “Quiero con esto iniciar un camino que direccione a Colombia hacia un verdadero cambio, con el que pueda dejar atrás las campañas de odio y miedo, y que comencemos a avanzar hacia una patria en la que todos hagamos parte de un pacto por la paz, la igualdad y la justicia social”.

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El copioso material audiovisual registra sesiones de los comités de estrategia política, digital y de comunicaciones de la campaña de Petro, en las que, concluye la revista después de revisarlo, “se trazaron todos los planes que, comparados con lo que ha sucedido en los últimos meses, coinciden perfectamente”. En algunas de esas reuniones participó el candidato presidencial; su esposa, Verónica Alcocer; Roy Barreras, Alfonso Prada, Eduardo Noriega, Catalina Velasco, Clara López, Armando Benedetti, Luis Fernando Velasco, Temístocles Ortega, Roosvelt Rodríguez y Eduardo Ávila.

Una de las primeras grandes conclusiones a las que llegaron los periodistas, y que fue lo que conoció el país y puso patas arriba la campaña electoral, es que “como lo anunciaba la fuente anónima, la primera y más macabra estrategia consistió en aniquilar política y moralmente a los contrincantes más fuertes de Petro para que llegaran muy débiles a la primera vuelta, el 29 de mayo, o que incluso se quedaran en el camino y no pudieran participar en la contienda”.

Semana también asegura que la fuente anónima que se contactó con esa revista, y cuya identidad “se desconoce por completo”, se mostró “como una persona desilusionada al ver lo que estaba ocurriendo con la guerra sucia”.

Pero, como un bumerán, la difusión de los videos hizo que su contenido provocara una “guerra interna” en al Pacto Histórico, según el mismo medio que, citando otras fuentes “de entera credibilidad”, asegura que “empezaron las recriminaciones y las pesquisas para tratar de llegar a la fuente”.

La revista sostiene que quien le entregó los videos “se volvió a comunicar 24 horas después y aseguró: ‘Todo ha sido una tormenta’”, y alertó “sobre la supuesta destrucción de documentos y material de la campaña del Pacto Histórico en Bogotá, luego de las explosivas publicaciones”, algo que esa publicación admite no haber podido comprobar.