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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 14, 2025 - 5:13 pm
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El crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro experimentó una marcada desaceleración en el segundo trimestre de 2025, según datos dados a conocer recientemente por Eurostat. El avance fue de solo un 0,1%, contrastando fuertemente con el 0,6% alcanzado en el trimestre anterior. Esta ralentización no solo afecta a los países que comparten la moneda única: a nivel de la Unión Europea (UE) en su conjunto, el crecimiento trimestral se limitó al 0,2%, inferior al 0,5% registrado en los tres primeros meses del año. En comparación interanual, la zona euro creció un 1,4% y la UE un 1,5%, lo cual evidencia que el enfriamiento económico es generalizado en el bloque europeo (Eurostat).

El fenómeno implica distintas lecturas y proyecciones, particularmente porque tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevén una recuperación lenta y gradual: el BCE estima un promedio anual de crecimiento en la zona euro del 0,9% para 2025, 1,1% en 2026 y 1,3% en 2027. El FMI, por su parte, sugiere cifras similares, calculando un 1% para 2025 y 1,2% para 2026 (Eurostat). De acuerdo con fuentes especializadas, estos datos anticipan una etapa de bajo dinamismo, enmarcada por la necesidad de ajustes estructurales y enfrentando tensiones externas.

La evolución del PIB no es homogénea: países como Rumanía, Polonia y España se distinguen por ritmos de crecimiento relativamente elevados, de entre 0,7% y 1,2% trimestrales, según Eurostat. En contraste, motores tradicionales como Alemania e Italia han retrocedido ligeramente (-0,1%), mientras Irlanda sufrió una fuerte contracción de 1%. Esta divergencia interna anticipa desafíos en la política de cohesión dentro del bloque, además de subrayar vulnerabilidades en sectores fundamentales como la industria manufacturera y el comercio exterior.

El contexto global añade presión, particularmente por la persistencia de tensiones comerciales internacionales, la incertidumbre energética y la inflación, factores que han limitado tanto la inversión como el consumo privado. El Banco Central Europeo mantiene una estrategia monetaria restrictiva para frenar la inflación, lo que modera las perspectivas de recuperación rápida. A esto se suman ajustes fiscales y la transición energética, que, en algunos países, han ralentizado aún más la actividad económica.

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Fuera de Europa, los datos muestran una realidad distinta: la economía de Estados Unidos logró crecer un 0,7% en el mismo periodo, tras una contracción en el primer trimestre, en parte gracias a un mercado laboral más robusto y estímulos fiscales específicos, según el Peterson Institute for International Economics. El Reino Unido, aunque mantiene un crecimiento modesto del 0,3%, también refleja la debilidad generalizada en muchas economías desarrolladas. Estas comparaciones explican por qué Europa enfrenta retos adicionales en términos de competitividad y resiliencia frente a shocks externos.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) advierte que la persistencia de tensiones comerciales y una coyuntura geopolítica volátil podría empujar a la eurozona hacia una recesión técnica, definida como dos trimestres consecutivos de caída del PIB. Por el contrario, el crecimiento más dinámico de los países de Europa del Este puede ofrecer cierto equilibrio, ya que disponen de mayor margen para la inversión y un mejor acceso a mercados emergentes (ECFR; World Bank).

Por último, la reciente desaceleración del PIB europeo pone de manifiesto un escenario complejo de cara al corto y medio plazo, en el que la combinación de desafíos internos y externos demandará respuestas coordinadas y precisas. Un análisis riguroso que integre información oficial, estudios académicos y reportes internacionales resulta clave para comprender las implicaciones de esta evolución y anticipar los escenarios futuros, como recomiendan Eurostat, el FMI y el BCE.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Qué es una recesión técnica y cuáles serían sus consecuencias en la zona euro?

Una recesión técnica ocurre cuando una economía experimenta dos trimestres consecutivos de caída en su Producto Interior Bruto (PIB). Según el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, existe el riesgo de que la zona euro se enfrente a tal escenario si persisten las tensiones comerciales globales y la inestabilidad geopolítica. Las consecuencias más inmediatas suelen ser el incremento del desempleo, la reducción del consumo y mayores dificultades fiscales para los Estados miembros.

En ese contexto, la recesión técnica podría llevar a recortes en inversión pública y privada, mayor presión sobre los sistemas de protección social y un estancamiento en las mejoras del nivel de vida. Los analistas recuerdan que salir de una recesión técnica suele requerir una respuesta coordinada entre políticas monetarias y fiscales para estabilizar la economía y restablecer la confianza tanto de consumidores como de empresas.

¿Por qué la transición energética afecta al crecimiento económico en algunos países europeos?

La transición energética consiste en el cambio paulatino del uso de fuentes fósiles como petróleo y gas a energías renovables, como la solar y la eólica. Algunos países europeos, particularmente aquellos muy dependientes del gas ruso, han enfrentado mayores costes y disrupciones en su matriz energética, según señala el ECFR. Estas dificultades se traducen en aumentos de precios para empresas y consumidores, lo que puede frenar el crecimiento económico.

Además, la inversión inicial en infraestructuras renovables es elevada y requiere tiempo para integrarse al sistema energético nacional, lo que puede ralentizar la actividad productiva. Los analistas advierten que, aunque la transición es clave para la independencia energética y la sostenibilidad ambiental, en el corto plazo puede generar tensiones económicas en ciertas regiones de la Unión Europea.

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