
San Victorino, corazón de la economía popular de Bogotá, enfrenta un dilema: la renovación o la desaparición. Este importante sector comercial, que reúne a más de 11,000 pequeños empresarios y es un motor relevante para la economía, enfrenta un descenso en la afluencia de compradores y una caída en las ventas especialmente en temporadas bajas, según testimonios de los comerciantes del lugar.
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Para algunos, la situación es un reflejo del cambio en los hábitos de consumo de los colombianos. “El aumento en los costos, la inseguridad y la competencia digital están afectando a nuestro comercio. Es difícil competir con productos chinos más baratos”, comentó un comerciante del lugar. Los datos recogidos por AsoSanVictorino corroboran esta afirmación.
A pesar de las dificultades, el madrugón, tradición emblemática del lugar, sigue siendo un atractivo para los bogotanos y el trasnochón durante la época decembrina promete una respuesta positiva a la alta demanda navideña.




Por otro lado, los negocios en San Victorino tienen un enemigo común: el comercio online, dominado por gigantes como Temu y AliExpress. Estas plataformas, que ofrecen productos importados a menores costos sin la carga tributaria correspondiente, están desplazando al pequeño comercio local. Un informe de Fenalco apunta que esta competencia ilegal y el contrabando asociado causan pérdidas económicas de más de 3 billones de pesos anuales.
Para Salomón Asor, representante de AsoSanVictorino, “Es necesario que el Gobierno y la Dian actualicen la legislación para regular el comercio electrónico. No es justo que los productos chinos entren a nuestro país sin pagar impuestos, mientras que nosotros sí lo hacemos”, dijo el líder comercial a La República.
En representación de los comerciantes, Mauricio Alarcón, gerente del centro comercial Gran San, muy famoso en el centro de Bogotá, indicó en el periódico que, debido a esta situación, los negocios han vistos disminuidas sus ventas y han tenido que hacer recortes de personal porque no logran sustentar los gastos.
La Cámara de Comercio Electrónico de Colombia coincide y aboga por una revisión de la figura “minimis”, que permite la entrada de productos extranjeros sin pagar IVA, ni aranceles. “El comercio electrónico es una realidad, no podemos negarla. Pero necesitamos jugar al mismo nivel”, afirmó al citado medio.
En el camino hacia la adaptación y la supervivencia, San Victorino tiene un recurso valioso: su tradición. Año tras año, la calidad y los precios asequibles de sus productos atraen a numerosos clientes que buscan lo mejor de la industria textil nacional. Este lugar es más que un mercado, es un emblema de Bogotá y un testimonio de la resistencia del comercio colombiano.
Sumado a las consecuencias para los comerciantes, hay un impacto fiscal por todo los impuestos que dejan de ingresar. Fenalco señaló que una posible solución, lo primero que se debe hacer es bajar los aranceles de las confecciones de 40 % a los niveles iniciales del 15 %, porque presentaron un incremento del contrabando, según el informe periodístico.
“Es muy ingenuo pensar que subiendo aranceles a 40% iba a florecer la producción nacional, por el contrario desde la entrada en vigencia en diciembre de 2022, llevamos dos años de caída”, señaló Cabal en el citado diario.




El futuro de San Victorino está en juego, no solo por la competencia desleal de las grandes plataformas digitales sino también por la adaptación necesaria al mercado actual. El hecho de que exista un diálogo entre los comerciantes y las autoridades abre vías para encontrar soluciones y renovar este tradicional mercado. Sin embargo, la protección de este mercado populoso y su capacidad de generar empleo requiere acciones efectivas tanto de los empresarios como del gobierno
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