El antiguo clásico Santandereano entre Atlético Bucaramanga y Alianza Valledupar (antiguamente Alianza Petrolera) dejó una historia que emocionó a todo el país. El protagonista fue Gleyfer Medina, delantero nacido en Saravena, Arauca, quien vivió la noche más especial de su corta carrera.
Su camino al fútbol profesional no ha sido sencillo. Pasó por las divisiones menores de Millonarios y Colo Colo en Chile, además de otros clubes, pero el salto al equipo principal nunca llegaba. Hace varios meses aterrizó en Bucaramanga, donde estuvo a prueba a la espera de una oportunidad que parecía no llegar. Sin embargo todo cambió cuando Leonel Álvarez decidió darle la confianza, firmando contrato con el equipo y convirtiéndose en un refuerzo más para la actual temporada.
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En la jornada de clásicos, Medina ingresó en el segundo tiempo y respondió con dos goles, que se sumaron al primero que había marcado semanas atrás, completando tres anotaciones en el semestre. Las celebraciones fueron intensas: al borde de las lágrimas, rodeado por sus compañeros y con la hinchada rendida a su entrega.




La escena más emotiva, sin embargo, se vivió en la tribuna. Su abuelo, enfocado por las cámaras, no pudo contener la alegría. En el primer tanto apareció hablando por teléfono y tomándose la cabeza incrédulo; en el segundo, se quebró con la dedicatoria de su nieto, dejando una postal imborrable.
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Lo que parecía un sueño lejano hoy es una realidad: Bucaramanga puede haber encontrado en Gleyfer Medina a una de sus nuevas figuras, y el fútbol colombiano a un delantero que quiere escribir su propia historia.
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