Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 4, 2025 - 5:08 am
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El Deportes Quindío, equipo insignia del fútbol en Armenia, atraviesa una crisis que trasciende lo deportivo para convertirse en un fenómeno de impacto económico y social en la ciudad. Durante los últimos cinco años y medio, la institución, a través de pagos por el uso del Estadio Centenario, impuestos sobre taquillas y otras obligaciones legales, ha dejado en las arcas públicas una suma total de $767.894.767. Esta cantidad, según registros oficiales de la Tesorería Municipal de Armenia y documentos del Sistema Electrónico de Contratación Pública (Secop), representa en promedio tan solo $75 millones anuales en concepto de arrendamiento y cerca de $52 millones anuales en impuestos. Analizando el balance partido a partido, el club ha entregado poco más de 10 millones de pesos por cada uno de los 75 partidos disputados en casa durante este tiempo, datos que muestran un aporte económico escaso respecto al potencial de un equipo de primera línea en la ciudad.

El panorama contractual define buena parte de esta problemática. Bajo la figura del Contrato de Aprovechamiento Económico suscrito con el Instituto Municipal del Deporte y la Recreación de Armenia (Imdera), el club paga un canon significativamente menor al costo real del mantenimiento del estadio. Mientras en 2025 conservar en óptimas condiciones el césped demandará unos $397 millones al año, el canon abonado por Deportes Quindío equivaldrá apenas a un tercio de esa suma. Resulta ilustrativo comparar este valor con lo que paga, por ejemplo, el Deportivo Pereira por partido –más de $16 millones–, frente a los supuestos $5 a $6 millones que paga el equipo del Quindío en 2025.

Las consecuencias de esta realidad económica se manifiestan no solo sobre las cuentas municipales, sino también sobre el tejido social y económico de Armenia. El periodista Jairo Berrío Durán ha desmenuzado públicamente la gestión del propietario Hernando Ángel Montaño, cuestionando su sentido de pertenencia y compromiso con la ciudad. Los testimonios recopilados por Berrío, así como entrevistas realizadas a funcionarios del Imdera, revelan una postura poco colaborativa del club ante cualquier exigencia de mayores aportes o mejoras en infraestructuras básicas del estadio, llegando incluso a amenazas de trasladar la sede frente a nuevas exigencias económicas.

Esta relación conflictiva está acompañada por un marcado distanciamiento de la hinchada. Datos oficiales muestran una caída abrupta en la recaudación por impuestos de taquilla: de más de $314 millones entre 2020 y el primer semestre de 2025, con un fuerte retroceso a solo $12 millones en los primeros seis meses de 2025. Esto se asocia tanto a los magros resultados deportivos –con el club alejado del ascenso a primera división por más de una década– como a sanciones y una desconexión creciente con los aficionados.

El desplome afecta también a la economía informal que gravitaba alrededor de los partidos. Francisco Javier Ramírez, quien fuera figura importante en la venta ambulante dentro del estadio, testimonia la reducción tanto en el número de vendedores como en los ingresos por partido, que han caído en más de 60% respecto a años previos. Esta situación se replica en otros eslabones del ecosistema local del fútbol, desde comerciantes hasta taxistas y bares, mostrando un efecto cascada de la crisis institucional.

La historia reciente del Deportes Quindío bajo el mando de Hernando Ángel se ha visto marcada, además, por antecedentes polémicos como la desaparición o el traslado de otros clubes profesionales en Colombia, lo que suma desconfianza respecto a la estabilidad institucional y la protección del patrimonio deportivo local. Testimonios de hinchas emblemáticos como Libardo Rivera y Fanny Valencia ilustran la persistencia de la pasión y el arraigo a pesar de una directiva distante y de resultados decepcionantes: historias en las que se mezclan la crítica a la gestión y la nostalgia por un club que encarna buena parte del sentido de identidad de la región.

La investigación periodística, basada en contratos, cifras verificadas y voces especializadas, revela un escenario donde la gestión privada, los acuerdos contractuales insuficientes y la falta de compromiso social han fracturado la relación entre Deportes Quindío y Armenia. Se trata, en suma, de un ejemplo paradigmático de cómo la desconexión entre club y ciudad puede erosionar símbolos culturales, entorpecer el desarrollo económico local y amenazar la cohesión de una comunidad. La restauración de estos vínculos exige transparencia, responsabilidad y decisiones conjuntas orientadas al bien público, que vayan mucho más allá de lo estrictamente deportivo o económico.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Qué acciones pueden tomar la Alcaldía y el Imdera para renegociar los contratos y asegurar un mayor beneficio para la ciudad?

Esta pregunta surge ante la evidencia de que el actual esquema contractual favorece al club en detrimento de las finanzas municipales y de la infraestructura deportiva. Analizar las herramientas legales, administrativas y políticas que tienen las entidades públicas para renegociar términos y exigir contraprestaciones más justas resulta clave para la sostenibilidad del estadio y para equilibrar la relación con la institución privada. Esta cuestión es importante porque involucra a actores de la gobernanza local y pone sobre la mesa el deber de defender los bienes públicos.

Una renegociación efectiva no solo repercutiría sobre los ingresos municipales, sino que podría derivar en mejoras para el inmueble deportivo y en un mayor compromiso social del club con la ciudad. Además, establecer acuerdos más equilibrados contribuiría a fortalecer el sentido de pertenencia y a reconstruir la confianza entre hinchas, autoridades y el propio club, sentando las bases para una relación más transparente y sostenible a largo plazo.

¿Qué factores explican el deterioro en la relación entre el club y su afición?

Esta pregunta es central para entender el trasfondo social y emocional que acompaña la crisis del Deportes Quindío. Aunque los resultados deportivos negativos son un elemento ineludible, el análisis de la gestión directiva, la falta de diálogo con la comunidad, las políticas de préstamo de jugadores y las reiteradas controversias sobre el manejo institucional del club han ido desgastando progresivamente la confianza y el apoyo popular.

La relevancia de este interrogante radica en que el fútbol, más que un simple espectáculo, constituye un elemento identitario y de cohesión social en ciudades como Armenia. El divorcio entre hinchas y directiva amenaza no solo la estabilidad presente, sino el futuro del club como motor de arraigo regional. Reflexionar sobre los componentes de ese desencanto puede contribuir a encontrar salidas integrales, donde la participación ciudadana y el compromiso auténtico de los dirigentes sean claves para revivir la pasión colectiva por el equipo.

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